En plena Platja d´en Bossa se encuentra la escuela de submarinismo y centro de actividades acuáticas Anfíbios donde un día cualquiera puede ser de lo más emocionante y didáctico. En sus salidas acogen desde alumnos principiantes que vienen por primera vez hasta los que ya han hecho más de 200 inmersiones. Se trata de una actividad que, aunque no lo parezca, la pueden hacer niños de ocho años y personas mayores, apto para todos los públicos pero con orden y control porque, antes que nada, los alumnos tienen que pasar por una revisión médica para garantizar que no existe ningún tipo de problema respiratorio o de corazón.

Jaume y su mujer, Nicky, son los propietarios de la escuela. Junto a ellos están Erinda y Alberto, dos jóvenes buceadores que les ayudan a organizar y controlar a los grupos. En la clase de ayer se encontraban varios alumnos que participaban en el programa de iniciación y que tras haber hecho una parte teórica, que incluye una serie de señas que ayudan a comunicarse bajo el agua y hacer una parte práctica en una piscina para habituarse a respirar con las botellas pasan a realizar el 'bautismo' o primera inmersión.

Irene y Claudia son dos amigas que decidieron hacer este curso de buceo abierto. «Llevamos mucho tiempo queriendo hacer esto, mi padre es buceador y siempre me ha animado, ¡qué emocionante!», cuenta Claudia . Con el grupo también iban dos alumnos veteranos que, desde hace unos trece años, habían estado viniendo a hacer submarinismo con más de 250 inmersiones y que son autores de muchas de las fotos que están expuestas en las mismas paredes de la escuela. Ese es el caso de Ulrich.

Después de probar todos los equipos; el peso de las botellas, los reguladores, y las máscaras, todos se dirigen a la lancha que les llevará al sitio donde harán la inmersión. En esta ocasión, el lugar elegido fue es Malví Nord (isla Tortuga), justo enfrente de la escuela.

Cada uno se coloca su equipo y todos se ayudan entre ellos , así que llega el momento de tirarse al agua, con algunos nervios e impaciencia entre los presente. El encargado de grupo colocó la bandera 'alfa' en la parte más alta de la lancha para comunicar que habían personas buceando.

Al regresar después de 45 minutos bajo el agua desde el bote se pudo ver la cantidad y frondosos arrecifes que forman las Poseidonias. Dennis reflejó en su cara y en el tono de su voz su enfado porque la falta de batería en su cámara no le dejó hacer una foto a un 'Don Poseidón' que lograron ver. Irene, explicaba que «al principio sentí un poco de agobio al ver tan lejos la superficie pero después, una vez logramos el punto neutro [el estado de los peces en el que ni flotan ni se hunden] ha sido impresionantes».

Una vez en tierra, Jaume informó que las praderas de poseidonias se han declarado patrimonio de la humanidad, «hay que tener en cuenta que es el año de la Biodiversidad, la mayoría de la gente desconoce lo que albergan nuestros fondos; seguro que si se conocieran, se cuidarían mucho mejor porque tenemos unos fondos muy importantes y valiosos por eso debemos cuidarlos. Nosotros los sábado hacemos visitas guiadas a conocer el mundo de las poseidonias».

De esta forma en esta y en otras escuelas se acoge a un gran número de personas cada día en su afán por difundir la importancia del mundo marino en la sociedad.