Antonio Tur Cardona y Laia Tur Saura, ayer, minutos antes de la entrevista. | EVA MEDINA

Hace 15 años Peligros Saura decidió poner en marcha el Taller de Flaüta Dolça Albarca (TFDA) porque los estudios de Música no se incluían en la programación escolar. «Ella era maestra en la unitaria de Sant Mateu. En el 95 introdujo las clases de Música como actividad extraescolar porque no estaban incluidas en el currículo. El grupo empezó con 20 niños hasta que llegó a 35 e incluso 80. Se empezó en Sant Mateu con la ayuda de Francisco Serrano, que estuvo con nosotros siete años. Después fuimos cambiando de ubicación, como el campo de aprendizaje de sa Cala; los primeros años fueron muy duros», cuenta con emoción Antonio Tur Cardona, el todavía director técnico del TFDA.

Él y Peligros, coordinadora del campamento musical organizado por este taller, cederán el testigo de la dirección y coordinación a su hija, Laia Tur Saura, estudiante de Pedagogía para la Formación Musical Básica y General en la Escola Superior de Música de Catalunya.

«Nosotros nos apartamos dentro de lo que es la programación y dirección musical porque nos viene grande, pero el apoyo financiero por nuestra parte seguirá estando porque realmente es sólo nuestro; el Consell, por ejemplo, este año nos cobra el alquiler, unos 2.000 euros, por el edificio polivalente de Cas Serres. Es nuestra afición y es muy gratificante, por eso seguiremos vinculados al taller y al campamento», cuenta Antonio, que habla con orgullo de los 15 años de vida del campamento musical. «Hemos tenido alumnos que incluso no sabían catalán ni castellano. Los profesores que venían se quedaban alucinados por la plasticidad de los estudiantes porque cantaban, tocaban instrumentos y hacían teatro», precisa. Tanto tiempo al frente del proyecto da para muchas anécdotas: «Un año pedimos subvenciones a Juventud y nos la denegaron por ser música; la pedimos a Cultura y nos dijeron que no por ser un campamento. Tendríamos que haber encontrado en nuestro camino a un político que fuera un músico frustrado para que se diera cuenta del esfuerzo que supone». Y añade: «Queremos dar las gracias a la Fundación Abel Matutes porque nos hace una donación en efectivo y nos cubre la comida».

Uno de los puntos fuertes de este campamento es que los niños y jóvenes trabajan la interpretación, el canto y los instrumentos que ellos mismos eligen. «En el folleto informativo decimos a los padres que si hay una demanda de cinco personas por un instrumento específico se incluye en la oferta formativa», explica Laia, de 21 años, que ha crecido participando en este campamento musical y que afronta con ilusión su nueva etapa como directora. «La cosa estaba en que continuaba yo o era complicado que siguiera. En verano trabajaba por las mañanas en escuelas de verano y por las tardes en el campamento, pero me sentía mal porque quería estar siempre en el campamento; en las escuelas de verano estás un poco limitado musicalmente», precisa esta joven, que en la actualidad se encuentra inmersa en los ensayos del musical Els tres porquets que se estrenará el 28 de este mes en Formentera.