Sin piedad. Esto es lo que parece indicar esta foto, aunque la realidad era otra más divertida y sin peligro | MARTA MARTIN

En el peculiar poblado del Oeste en que se convirtió ayer el patio del Colegio Público de Sant Rafel sólo faltaba ver caminando a Clint Eastwood o al mítico John Wayne.

Sin embargo, los veinticinco niños que participan en esta escuela de verano organizada por el Ayuntamiento de Sant Antoni no tenían nada que envidiar a estos héroes del lejano Far West.

No en vano todos ellos, divididos en dos bandos, demostraron una gran puntería con sus pequeñas pistolas de agua, acertando con gran habilidad a cualquier blanco móvil o inmóvil.

Jugar con amigos

Todo ello con el objetivo, según Laida, la organizadora de la actividad, de «conseguir que los participantes se relacionen con otros niños de su edad mucho más que cuando están en el colegio y que además aprendan a jugar de forma cooperativa».

Para todo ello, se organizaron distintas actividades durante toda la mañana como pequeñas gymkanas, donde estos pequeños cowboys tenían que encontrar a los monitores-'sheriffs', que tenían puesto precio a su figura o la consabida batalla del agua en el patio.

Una batalla en la que, según Paula, una de las niñas que más puntería demostró con su pequeño rifle, la idea principal era «mojar a nuestros contrarios lo más posible y lo más rápido que podamos para no acabar encerrados en la prisión del poblado».

Precisamente esta peculiar cárcel de cartón la protegían, también con gran habilidad, los más pequeños de la banda, Eric, Carlos y Rodrigo que, a pesar de tener cuatro y cinco años, acertaban a casi todo lo que se movía con una facilidad asombrosa.

Y es que nadie se escapaba ayer por la mañana de este tiroteo acuático en el patio del colegio de Sant Rafel. Ni siquiera los monitores Pep y Verónica, que aguantaban estoicamente y con grandes sonrisas cada uno de los chorros de agua que les lanzaban pistoleros como Clara, Paula o Eric, mientras intentaban establecer «una nueva estrategia para no salir derrotados en el próximo combate».

Sin embargo, como afirmaba la propia Verónica, «aquí no hay ni ganadores ni perdedores, ya que lo importante es que se lo pasen lo mejor posible y además aprendan todo lo que puedan».

Por eso, una vez terminada esta peculiar batalla, todos amigos y sanos y salvos, se fueron a reponer fuerzas a la cantina del patio dejando sus caballos de cartón y sus sombreros de vaquero en la entrada. Pero eso sí, nada de bebidas alcohólicas, ya que en esta barra solo se servía agua para este grupo de valientes.

Una máquina del tiempo estropeada y perdida en el patio del colegio

Las actividades previstas en esta escuela de verano que se celebra en el colegio de Sant Rafel no sólo hacen viajar a los niños hasta el lejano Far West. Gracias a una vieja máquina del tiempo estropeada que nadie sabe muy bien cómo ha ido a parar al patio del colegio, todos los inscritos ya pudieron trasladarse, la semana pasada, a la época de la Grecia antigua.

En ella, conocieron de primera mano a algunos de los dioses que poblaban el Olimpo como el mismísimo Poseidón que apareció en el patio del centro con su red y su tridente. Además, les ayudaron a recuperar los objetos que les habían robado y como premio, todos los niños se llevaron a su casa su correspondiente corona de laurel .

En las próximas semanas esta peculiar máquina del tiempo les llevará también a conocer a los aborígenes, a los piratas y a los guerreros de la época del Cid Campeador.