Un gran castillo, en forma de Bob Esponja, se situó para los más pequeños de la escuela. | ROCIO MARTINEZ

Centenares de niños y niñas a partir de tres años en adelante celebraron ayer en sus escuelas de verano fiestas para despedir con alegría y buen humor la temporada estival y recibir así con energía al 'cole' de verdad, en el que hay que estar sentados y sólo se juega en el patio.

Las escuelas municipales de verano de Santa Eulària, Vila, Sant Joan y Sant Josep programaron actividades variadas y divertidas, como excursiones y juegos en la playa, deporte, manualidades y baile, mucho baile para pasarlo en grande. A diferencia de las clases normales, en estas escuelas veraniegas los niños no están casi todas las horas sentados sino divirtiéndose, saltando, corriendo, jugando y sacando toda esa energía que llevan dentro. A muchos les da pena dejar el «cole de verano», como Àlvaro de la escuela Can Cantó. A pesar de esa pequeña pena que pueden sentir, muchos de ellos tienen ganas de regresar a la vida escolar para ver a sus amigos y seguir aprendiendo cosas nuevas.

Ayer, último día de agosto, la mayoría de pequeños despidieron el verano a ritmo de Ressonadors, los míticos temas de Rocky y Village People, y Danza Kuduro, la banda sonora sin duda de los festivales de fin de curso de las escuelas de verano.

Con estas ganas de pasarlo bien y fuerzas renovadas, los pequeños afrontarán la vuelta al cole el 12 de septiembre. ¡Hasta luego verano!

En Santa Eulària, los 605 niños participantes en la escuela de verano municipañ desafiaron ayer al calor para participar en el festival de fin de curso que se celebró por la mañana en el pabellón polideportivo de la localidad.

Tras dos meses de excursiones, salidas en cayac, actividades deportivas, culturales y de ocio, la temática central de la fiesta de este año fueron los bosques de Eivissa, con el fin, según Rosa Valverde, directora general de toda las escuelas, «de concienciar a todos los niños de la Isla de la importancia de cuidar y mantener nuestros ecosistemas».

Todo esto quedó reflejado en cada una de las coreografías que presentaron los niños de Santa Eulària, Sant Carles, Santa Gertrudis, Puig d'en Valls y Jesús y en los vestuarios y los decorados que, según Valverde «fueron hechos con material reciclado».

Así sobre el parqué del pabellón, en cuyo centro había un gran corazón, uno tras otro demostraron sus habilidades ante sus orgullosos padres y abuelos en unas coreografías que llevaban más de un mes preparando junto a sus monitores.

Reciclaje

En este final de verano hubo de todo, desde bailes y pequeñas obras de teatro relacionados con el bosque, con niños que representaban árboles, bomberos, fuegos, animales, plantas e incluso los siete enanitos del cuento de Blancanieves, hasta otros que apenas tenían que ver, ni en temática ni en vestuario.

Todo ello bajo músicas de tipos muy distintos, y es que durante toda la mañana se escucharon por los altavoces algunos de los últimos éxitos que llenan las pistas de baile actualmente como Danza Kuduro, del cantante puertorriqueño Don Omar, clásicos como la banda sonora de la película Rocky o el tema YMCA de los americanos Village People, e incluso, canciones de carácter local del grupo Ressonadors.

Además, la fiesta de fin de curso tuvo un final diferente cuando la directora dio una sorpresa a los niños y a los monitores participantes, y que consistía en un pequeño cuento en el que se unía la naturaleza, la diversión, el compañerismo, el respeto y el trabajo.

En Eivissa, las fiestas temáticas fueron las protagonistas en las escuelas veraniegas de sa Graduada, una de las que siempre tiene mayor número de participantes, y la de Can Cantó. En la primera, los años 60 llegaron a los más pequeños que se disfrazaron con prendas de la época, peluca, flores y música de los años hippies. Un poco más arriba de la ciudad, la playa y el sol de Hawai llegaron a Can Cantó, donde los pequeños a partir de tres años hicieron unos coloridos collares de flores mientras que los más mayores se atrevieron con tablas de surf muy originales. A primera hora, los 180 niños y niñas hicieron un divertido pase de modelos en el que el equipo de monitores animó mucho a estos hawaianos por un día.

Más tarde, a partir de la una de la tarde, los papis y mamis llegaron para ver bailar a sus retoños el hit del verano Danza Kuduro, una coreografía que llevabana ensayando varias semanas y con la que pretendía hacer un flashmob, pero que finalmente no pudieron llevar a cabo. «Me lo he pasado muy bien en la escuela de verano. Conocía a algunos amigos y también he hecho muchos nuevos. Me ha gustado mucho hacer manualidades», explicó Àlvaro Velázquez, de 10 años.

El fin de verano también llegó al Ibiza Club de Campo, donde los alumnos del Summer Club disfrutaron ayer de una entretenida fiesta durante toda la mañana. Los jóvenes, de entre 3 y 14 años aproximadamente, participaron en diversas actividades muy variadas y adecuadas a su edad, todas pensadas para divertirse despidiendo el verano.

Un gran castillo hinchable en forma del famoso Bob Esponja se instaló para que los más pequeños se entretuvieran saltando y dando volteretas sin ningún peligro. Al lado se estableció un taller de maquillaje fantástico que gustó mucho a los chicos, quienes lucían sus rostros satisfechos, simulando ser divertidas criaturas fabulosas.

Por su parte, los estudiantes más mayores pudieron divertirse en la piscina grande del centro, a los lados de la cual se colocaron otros otros dos grandes castillos hinchables, con toboganes que daban a parar al agua. Los alumnos hacían cola impacientes para subirse al castillo donde cualquier tipo de pirueta valía antes de sumergirse en la piscina para seguir pasándoselo en grande nadando y jugando con colchonetas, pelotas y 'churros'.

Tal fue la expectación por esas atracciones que en alguna ocasión, cuando demasiados niños se encontraban dentro, los monitores, que vigilaban a sus alumnos en todo momento, tuvieron que vaciarlas, para no exceder el peso reglamentario. Al grito de «¡aquí nadie se libra del agua!» incluso los propios educadores y otros trabajadores del centro terminaron en la piscina, empujándose los unos a los otros hasta caer dentro, demostrando ser todavía un poco niños. Y para recuperar energías, el Summer Club facilitó un picapica muy completo para todos sus alumnos.

En total, desde que la escuela abriese el 27 de junio, unos 300 jóvenes han pasado por sus instalaciones, sobre todo durante el mes de julio, que ha sido el más popular. Un buena fiesta final después de dos meses de juegos, manualidades, excursiones y deportes que los interesados podrán repetir en próximas ediciones de la escuela. Quien también celebrará el fin del verano será la escoleta de Benirràs, el próximo sábado a partir de las 18 horas. El título que recibirá la celebración será 'Asia, un gran continente', pues lo que se espera con el acto es acercar a los estudiantes a esta lejana tierra. Todos los alumnos del municipio actuarán en el festival, donde se prepararán danzas indias y orientales, espectáculos de Bollywod, conciertos acústicos y de reggae, además de un sinfín de juegos y actividades con la participación de Cachirulo.