PEDRO CAMPILLO | PINTO

Cartagenero de origen, sanitario de profesión y político voraz. Pedro Campillo (Cartagena, 1960) llevaba desde principio de los años noventa participando muy activamente en el devenir de su partido (llegó a ser secretario de organización de la FSP de entonces y a dirigir la Agrupación Socialista de Vila) cuando el relevo de Xico Tarrés por parte de Lurdes Costa le dejó fuera de juego. Dejaba de figurar en las listas e iniciaba una especie de destierro. Y con él, un amplio sector que se ha considerado vilipendiado por quienes han ocupado los cargos públicos de primer nivel y, de paso, los del partido tal y como quedó tras el ‘affaire Roque López', que trastocó para siempre la línea de la formación.
Así, pasaba de ser primer teniente de alcalde durante las dos legislatura que dirigió el Ayuntamiento de Vila el luego presidente del Consell a quedar fuera de juego. Casi sorprendido, se encontró entonces volviendo, con obligada normalidad, a ejercer su profesión de sanitario, incorporándose a la unidad de hospitalización domiciliaria pero sin dejar de cultivar su gran pasión: la política. Dicen los que le conocen que hasta cuando tiene un rato libre se entretiene leyendo prensa y siguiendo en los medios de comunicación los devenires de la actualidad pública en general, y de su partido en particular. Tiene carácter afable, cercano, aunque también sabe ser contundente y defender aquello en lo que cree, que no es otra cosa que una ideología clásica dentro del PSOE. En Facebook, tiene reconocidos como referentes a dos grandes del socialismo español: Felipe González y Carlos Solchaga. Curioso.
Fue de los primeros políticos que, por convicción, se lanzaron de cabeza a las redes sociales y es de los que las usan sin complejos. No necesitan intermediarios para decir lo que piensan y contestar inmediatamente cuando creen que deben hacerlo. Un ejemplo de ello fue cuando hace nada surgió un pequeño conflicto lingüístico en su partido (al parecer, se recriminó a alguien que hablara en catalán) que sus ahora oponentes atribuyeron a su bando: «Si alguien cree o intenta hacer ver, que yo permitiría un maltrato o insulto a lengua de esta tierra lo hará siendo consciente de su mentira», señaló en Twitter, donde se autodefine como «observador inquieto de la vida y sus paradojas».
Al parecer, las cosas de la tecnología le tiran bastante, aunque luego sea un clásico en muchas otras cosas, como a la hora de ver cine. Le gustan películas como «Ben-Hur» o grandes producciones de Hollywood, pero no le hace ascos a productos televisivos de menor entidad filosófica, pero de amplia audiencia.
Mañana se enfrenta a Vicent Torres en un disputado encuentro de desiguales. No podían dos perfiles ser tan diferentes como éstos. Y si no gana, continuará con lo suyo. Como siempre.