Bruno Hernández, profesor de cocina, explica a sus alumnos cómo hacer la cobertura de chocolate de un postre.

La cocina del hotel Pacific era ayer un hervidero de idas y venidas a la cocina y al restaurante gracias a la práctica real conjunta de los 26 alumnos de los Cursos de Aprendizaje Profesional Inicial (CAPI) de auxiliar de servicios de restauración y de cocina. Todos los viernes, los alumnos de los dos cursos elaboran un menú, preparan la sala y atienden a los clientes para saber cómo comportarse en lo que más adelante podría ser su puesto de trabajo. «El 99 por ciento de los alumnos que pasa por estos cursos encuentra más tarde trabajo. Las empresas valoran que haya gente que quiera trabajar como camarero o cocinero y tengan un certificado que acredite que tienen conocimientos al respecto», asegura Bruno Hernández, profesor de cocina del CAPI de auxiliar de servicios de restauración desde hace seis años.

Las empresas

En este sentido, Mariví González, tutora de estos cursos, explica que las empresas cada vez valoran más la formación de quienes quieren trabajar. «Antes, cualquiera podía empezar a trabajar de camarero sin tener formación y ahora las empresas sí que tienen en cuenta que tengas una certificación. Es más, les incentivan para que sigan formándose y que sigan haciendo cursos superiores».

Estos cursos, organizados por el Ayuntamiento de Sant Antoni con la cofinanciación de la conselleria de Educació i Cultura del Govern y el Fondo Social Europeo, están dirigidos a jóvenes de entre 16 y 21 años que no hayan completado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Brenda Dayana Gómez tiene 16 años y decidió apuntarse al curso de auxiliar de cocina para aprender una profesión: «Lo que más me gusta hacer son los postres, pero también es lo más difícil. Me cuesta mucho saber cuándo está realmente hecho el marisco porque no me gusta».

A Istvan Sajtos, de 16 años, lo que más le gusta del curso de auxiliar de servicios de restauración es hacer cócteles, pero reconoce que aún no le ha pillado el truco a la bandeja: «Aunque no esté llena es complicado mantener el equilibrio». Andrea Álex, de 17 años, asegura por su parte que disfruta estando detrás de la barra, aunque no tanto cuando tiene que abrir una botella de vino: «No hay palabras para describir todo lo que aprendemos porque son muchas cosas y todas muy útiles», precisa esta joven. Julián Díaz, camarero con más de 25 años de experiencia, explica que lo más importante para ser auxiliar de servicios de restauración es «la actitud y el protocolo de atención al cliente, que sepan estar en el lugar de trabajo». Estos jóvenes empezarán a trabajar en las empresas colaboradoras con contrato de formación a partir del 8 de junio.