Los seis dimisionarios de la ejecutiva de Vila han mantenido de manera irrevocable su decisión de renunciar a la misma y así se lo han comunicado al presidente de la gestora de la FSE-PSOE, Joan Boned, que ayer hizo un último intento de reconducir la situación. La necesidad de nombrar una gestora que se ponga al frente de la junta local es un hecho, después de que en una ronda de llamadas Boned haya comprobado que las renuncias no tienen vuelta atrás. Con el 51% de los miembros, la actual ejecutiva presidida por Marc Cosa hubiera podido continuar hasta la próxima asamblea local, prevista para octubre. Sin embargo, los seis miembros que dimitieron conforman una mayoría, que deja a Costa, y los otros integrantes de la ejecutiva, Carmen Boned y Enrique Sánchez, en clara minoría e impide la continuidad de la ejecutiva. Los dimisionarios son Bernardo Escalona, José Antonio Roselló, Judit Romero, Manuel Rubio, Montse García y Rosa María Rubio.

Según explicó Manuel Rubio, en su caso, le comunicó a Boned que «no había cambio alguno» en su decisión y que la llamada «la tendría que haber hecho Marc [Costa]».

Rubio recordó que las dimisiones se produjeron porque Costa se negó a abrir expediente a algunos exconcejales del partido que no habían pagado las cuotas que debían abonar por ocupar un cargo público y porque «la gestora lo autoproclamó secretario de organización, cuando somos un órgano colegiado que podemos tomar nuestras decisiones y donde había seis personas que proponían otro secretario de organización». También criticó que se enteraron «por la prensa» de que Costa finalmente no dimitió de su cargo. «¿Qué confianza podemos tener en nuestro secretario?», preguntó.