Cientos de padres y niños acudieron a contemplar la llegada de sus Majestades al puerto de Eivissa. Entre ellas, la alcaldesa de Vila, Marienna Sánchez-Jáuregui, en compañía de su nieta, y la concejala Lina Sansano.

Todos estaban pendientes de la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a las calles de Eivissa pero fue un enorme Pinocho, de casi tres metros y realizado con 1.500 globos, el que se llevó casi todos los vítores y los aplausos de las miles de personas que acudieron a la cabalgata real de Vila.

Un año más la ilusión por ver el paso de sus Majestades por las calles fue máximo. Muchos de los presentes aseguraban que, incluso, mayor que en otros años. Antes de su llegada, en el puerto de Eivissa, junto al lugar donde llegan las barcas de Formentera, se hablaba fundamentalmente de eso y de si serían puntuales y llegarían a las 18,30 horas como estaba previsto.

Finalmente sus Majestades quitaron la razón a más de uno y a bordo de un barco de Trasmapi con una enorme estrella en su proa llegaron al puerto a la hora señalada ante la ilusión desbordada de los más pequeños. Allí les esperaban, además de cientos de niños con sus padres, la alcaldesa de Eivissa, Marienna Sánchez-Jáuregui, con su nieta en brazos, y la concejala de Cultura y Patrimonio, Lina Sansano, con otro niño a su lado.

Melchor, Gaspar y Baltasar, cual estrellas de cine o futbolistas de primer nivel fueron saludando y fotografiándose con todos los niños que les llamaban a gritos por su nombre. Los tres tiraron de paciencia y simpatía y estuvieron en el lugar cerca de media hora en el lugar antes de subir a sus carrozas y comenzar su recorrido por las calles de Vila.

Las calles que formaban parte del trayecto estaban repletas de familias enteras ansíosas de poder saludar a sus Majestades y, de ya es habitual durante los últimos años, coger el mayor número de caramelos posibles. Para ello, cualquier método es bueno, desde bolsas de plástico a gorros, con el objetivo de conseguir los máximos de entre la tonelada que se lanzaron.

La comitiva estuvo formada en esta edición por cinco carrozas y cerca de cien personas, entre pajes y bailarines, de todas las edades. El encargado de ir marcando el paso, más lento que en en otros años, era Bruno, un jinete de Espectacles Doma Menorquina, a lomos de Truc. Sus acrobacias y habilidades también fueron de lo más aplaudido por todos los presentes.

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