Negocios cerrados en Isidor Macabich, que cuenta con numerosos carteles de ‘se alquila’.

Jaime Silva regenta una platería en la avenida de España desde hace más de 20 años. Durante todo este tiempo nunca había visto esta calle de Vila con tantos negocios vacíos. «Aún así creo que se van alquilando rápido para la época en la que estamos; se han instalado ahora muchas empresas de telefonía. Hay que tener en cuenta que montar un negocio en la actualidad es bastante complicado, sobre todo por el tema de los impuestos y de acceder al crédito. Los alquileres en esta calle no bajan de los 1.000 euros», explica Silva.

Precisamente esta calle es una de las más despobladas a nivel comercial, pero a ella se suman Vía Púnica, calle Cataluña, Aragón e Isidor Macabich.

Falta demanda

«Sólo hay que darse una vuelta para ver que ha habido una reestructuración importante en los alquileres comerciales. Tenemos constancia de que en muchos casos los propietarios están renegociando las condiciones a la baja con sus inquilinos», explica Alfonso Rojo, vicepresidente de Pimeef, entidad que calcula una disminución de hasta el 30% en los precios de los alquileres comerciales en los cinco años que llevamos de crisis. Para Ramón Arnau, delegado en Eivissa de los Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (API) es un problema de falta de demanda. «Hay oferta, pero no hay demanda, esto es lo peor. Y si no hay nadie que quiera alquilar un local tendrás que bajar el precio para que lo hagan. En la actualidad se alquilan pocos locales comerciales; está todo muy parado», afirma Arnau, quien explica que este año hay «un poco más de alegría, pero no la suficiente» para que se reactive el sector inmobiliario.

A ello hay que sumar, según señala el vicepresidente de Pimeef, que en muchas ocasiones los hijos no quieren seguir con el negocio de los padres: «Esta crisis está haciendo mucha mella en las empresas que tienen un cambio generacional; los padres dejan los negocios porque se jubilan y los hijos no ven viable continuar con la empresa dado el contexto de crisis». Esto es precisamente lo que le ocurre a José Luis Palerm, que lleva 38 años al frente de un comercio textil en Isidor Macabich. Rodeado de carteles de descuento y leyendo su periódico deportivo favorito, Palerm asegura que sus hijos no quieren continuar al frente del negocio «porque toda la vida han visto que es muy sacrificado». Más aún en la actualidad «con todos estos impuestos que ponen y las grandes superficies que nos comen». Palerm está viviendo su retirada laboral «muy bien, con ganas de disfrutar de la vida» y piensa alquilar su local comercial (es propietario del mismo) por un precio de salida de 2.000 euros. «Ya ha pasado a preguntar gente interesada e incluso a regatear el precio viendo el cartel de ‘liquidación por jubilación’. Si puedo lo alquilaré por 2.000 euros al mes, pero es negociable porque siempre se puede llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes».

Susana Cardona, que regenta una tienda textil en la calle Catalunya, sí que decidió continuar con el negocio de un familiar, aunque tiene claro que si el local donde está en la actualidad hubiera tenido que alquilarlo por el precio «de calle» le hubiera salido por unos 1.500 euros o más. «Al ser de un familiar me hizo un precio especial. Lo que sí he notado es que desde hace un año pasa más tiempo hasta que un local vuelve a ser alquilado. Antes se ‘soltaba’ un local y casi inmediatamente volvía a tener un negocio», precisa Cardona.