Algunos de los dueños y trabajadores de los locales afectados debatían ayer por la mañana la situación frente a las puertas de sus establecimientos.

Tras varios avisos por parte del Ayuntamiento de Sant Antoni, finalmente ayer fue el día en el que cinco bares y restaurantes situados delante de las nuevas instalaciones del Club Nàutic de la localidad vieron como sus instalaciones eran precintadas por «motivos de seguridad».

Sin embargo, algunos de los dueños no se dieron por vencidos. «¡¡Rita va a seguir, Rita va a luchar con toda su fuerza por no desaparecer!!» gritaba contundentemente Rita, la dueña de la famosa cantina que lleva su nombre, al encontrarse que su local era uno de los establecimientos cerrados por el consistorio junto al Pussycat, el Bel Sito, The Island Café y el restaurante Stephan.

Y junto a ella, también dispuestos a luchar contra la decisión del Ayuntamiento se concentraron buena parte de sus trabajadores y otros dueños afectados, como Ouafa Fesson, que junto a su marido tiene alquilado desde hace nueve años el bar restaurante contiguo a Rita’s.

Entre todos ellos reinaba una mezcla de indignación y de sorpresa ante la nueva situación a la que tenían que hacer frente desde que los agentes de la Policía Local procedieron a precintar los establecimientos. «Nos informaron el sábado de que nos iban a cerrar el local pero no nos esperábamos que fuera todo tan inmediato y que hoy casi no pudiéramos entrar a recoger nuestros enseres», explicaba Ouafa mientras intentaba recuperar el teléfono móvil que se había dejado dentro fruto de los nervios.

Mientras, el consistorio alegó ayer que todos los propietarios estaban informados de lo que iba a suceder ya que el edificio al que están adheridos estos cinco locales, de planta baja y tres pisos, «corre serio riesgo de derrumbe». José Torres, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Sant Antoni, aseguró a a Ultima Hora que «en noviembre comenzaron las primeras inspecciones realizadas por los técnicos municipales a raíz del derrumbe de un balcón y después, a principios de este año, ya se constató que el mal estado del edificio iba en aumento y que éste corría serio riesgo de derrumbe».

Sin embargo, los afectados no están de acuerdo con esta afirmación y aseguran que «hace más de diez años que el edificio se encuentra en este estado de ruina y jamás ha aparecido en los locales ninguna grieta ni ha habido peligro para la seguridad de los clientes».

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