El traslado a la nueva estación continúa paralizado a la espera de un acuerdo entre instituciones y transportistas. | Marco Torres

«Atención señores viajeros, por su seguridad controlen el equipaje de mano». El mensaje se escucha claramente a través de los altavoces, aunque no hay nadie a quien alertar del peligro de robos. También la pantalla que anuncia las salidas permanece encendida y de nuevo la grabación avisa de que el autobús que se dirige a Sant Jordi se situará en el andén nueve, pero una cadena impide el paso a cualquier despistado. «Esto es así desde hace tiempo, es para que no se oxide el sistema», explica un trabajador del Cetis. Todo está listo para la apertura (incluso las señalizaciones de las calles ya dirigen a los peatones hacia el Cetis), por lo que no parece extraño que la señora de la limpieza a menudo tenga que redirigir a los despistados turistas.

Hace dos años que el traslado a la nueva estación permanece paralizado a falta de un acuerdo entre transportistas, Ayuntamiento de Vila y Consell d’Eivissa y quienes ya no se creen ni esperan nada son los empresarios que entonces abrieron sus negocios confiando en que la apertura de la nueva estación era inminente. «Esto es una locura, llevo tres años luchando y ya no me creo nada», asegura Justina, encargada de una cafetería situada frente al edificio. Tampoco confía en las últimas noticias que hablan de un traslado para el 1 de julio. Tras el visto bueno del Consistorio y la tajante oposición de los transportistas, ahora falta que el Consell dé el siguiente paso. «Hay muchos intereses creados, los de los autobuses no quieren que les controlen, pero es que si hay algo que controlar por qué no actúa la Fiscalía», se pregunta otro empresario que opta por no dar su nombre.

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