Vicente Ferrer, ibicenco, concretamente de Sant Llorenç, viene todos los años a Es Canar por el día de Sant Cristòfol a ver el desfile de carros, y este año con más motivo, y es que sus hijos llevan uno de ellos tirado por un pony. «Este año van mis hijos en un carro pequeñito, es un orgullo» comentaba.
Este ibicenco no se pierde esta tradición por nada «Esto es una costumbre, hay puestos de artesanía, la misa, el desfile de carros y ya por la noche hay música y la gente baila», explicaba.
La gente esperaba en las aceras para ver pasar a los carros y a los caballos, pero lo que más quería era que comenzara la noche, puesto que habría mucho más ambiente de las fiesta.
Una mujer, Amparo Garrido, decía sentada en un banco, «me encantan estas fiestas, pero lo que más me gusta son los fuegos artificiales, son muy bonitos».
En el desfile solo se pudieron apreciar unos 6 carros y 3 jinetes con sus caballos. No hubo muchos, pero la gente, tanto del pueblo como los turistas, esperaron a que pasasen por donde estaban esperando. Un desfile bastante rápido y fugaz pero la esencia de las costumbres ibicencas se reflejaban en ello.
Las calles estaban llenas de extranjeros, sobre todo ingleses. Es Canar parece ser el sitio elegido por estos turistas y más en estas fiestas, dónde cada año se reúnen junto con los residentes para observar las numerosas actividades que programan los organizadores.
Desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde los visitantes pudieron ver los puestos de productos artesanos de la Isla. Una hora más tarde, a las once se celebró la misa con el obispo y con el coro de Sant Carles.
A las 12,30 horas desfilaron los carros y ya después del acto de homenaje al mercadillo hippy de Punta Arabí por su 40 aniversario, comenzó un ball pagès a cargo de Sa Colla de Santa Eulària, un desfile de modelos, el concierto de Hugh Kanza y Soul music y por último, y como cierre de la fiesta, un castillo de fuegos artificiales.
Las fiestas son una manera de mantener la esencia de la historia ibicenca y para transmitirlo a todo el mundo, sean extranjeros o españoles. Es una forma de hacer sonreír a muchos y de recordarles las tradiciones de la Isla.