La nueva alcaldesa de Eivissa, Pilar Marí, se convirtió ayer, con permiso de la Virgen del Carmen, en la gran protagonista de la procesión de la patrona de los marineros por las calles del barrio de la Marina de Vila hasta subir en la embarcación Cala Saona rumbo a su ofrenda en el mar.

Ataviada con un vestido blanco muy veraniego, con cierto guiño a la Moda Adlib, y resaltando su piel morena, acaparó la mayoría de los comentarios de los miles de presentes que se dieron cita en las calles de Eivissa. «¿Esta es la nueva alcaldesa? A ver si es mejor que la anterior...», comentaba una señora mientras seguía a la imagen por la calle Mare de Déu. «No creo, son todas iguales», contestaba otra a su lado mientras se daba aire con el abanico. «Pues yo pienso que tiene mejor pinta, va a ser mejor, y seguro que no nos da tantos problemas como la anterior», continuaba otra tercera también acalorada.

Y así, comentario tras comentario, y mientras Marí charlaba amigablemente durante todo el recorrido con el presidente del Consell, Vicent Serra, la comitivia llegó al puerto de Eivissa donde esperaban a la Virgen varios miles de personas.

Atrás había quedado ya la salida de la Virgen del Carmen de la iglesia de Sant Elm, entre aplausos, mucho olor a incienso y la música de la Banda Simfònica Ciutat d’Eivissa y de los miembros de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo; un breve recorrido de apenas veinte minutos por la calle Mare de Déu, donde los cuatro hombres encargados de portar a la imagen volvieron a demostrar su habilidad evitando que ésta golpeara con faroles, terrazas y los múltiples carteles de los negocios de la zona; y, sobre todo, mucha devoción por la patrona del mar.

Mucha devoción

El fervor que desata la Virgen del Carmen en toda España quedó demostrado con las miles de personas de distintas partes de Eivissa y de la Península que acudieron a seguir el recorrido de la imagen o a esperar pacientemente en el Muro para verla llegar. «Soy de Sevilla, y aunque es la primera vez que vengo a la Isla para pasar unas vacaciones con mi familia de Sant Antoni he hecho un alto en el camino porque no me puedo perder la Virgen del Carmen, la más bonita del mundo entero», comentaba Amalia, una mujer de unos cincuenta años, mientras intentaba manejar su teléfono móvil para hacer una foto a su patrona.

Precisamente, igual que Amalia muchos intentaron plasmar la procesión y posterior embarque a través de cualquier medio. Teléfonos móviles, cámaras de fotografía, tablets... cualquier cosa servíapara intentar captar la mejor instánea. Y más, después de que el año pasado la Virgen tuviera que ser desmontada para poder entrar en la embarcación rumbo al mar. «El año pasado no pude fotografíar todo lo que pasó porque no tenía batería en el móvil pero este año no me pasa, he venido preparado», explicaba Biel, un joven de unos treinta años cargado con su cámara y, por su puesto, con su teléfono de última generación.

Afortunadamente, no hubo que lamentar incidentes y el joven se quedó sin su instantánea soñada. La Virgen embarcó prudentemente por la popa de la embarcación Cala Saona, de cara a los miles de fieles y curiosos, y sin problemas aparentes, se dispuso a esperar a la numerosa comitiva que la acompañó en su viaje. Durante casi diez minutos no paró de subir personal, desde las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, a los miembros de las dos bandas de música y acompañantes.

Mientras, los que no pudieron o no quisieron pagar para subirse al barco fletado por el Ayuntamiento para ver la ofrenda siguieron con atención e ilusión toda la operación. Eso sí, los más cercanos a la zona del Muro se toparon con una cristalera de metracrilato. Más discreto que el que ya ha sido retirado, pero un impedimento al fin y al cabo. Sin embargo, aunque esto fue muy criticado, el que más o el que menos se subió a los bloques de cemento para ver alejarse la embarcación rumbo a su ofrenda.

Ya en el mar, llegó el momento más emotivo de la jornada, cuando la Virgen, acompañada de una veintena de embarcaciones engalanadas para la ocasión, lanzó la corona de laurel en memoria de los fallecidos en el mar.

Tras ello, la patrona de los marineros regresó a su iglesia de la Marina hasta el año que viene cuando Pilar Marí, seguro que querrá ser menos protagonista.