Sara Lucas (izquierda) y Cristina Tuazón (derecha) ayer en las instalaciones de Ultima Hora.

En Eivissa hay cerca de mil ciudadanos filipinos. Todos han vivido con «desolación e impotencia» el devastador efecto que ha tenido en su país el tifón Huiyán, con más de 1.800 muertos según el Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres del país, y cuantiosos daños materiales.

Sin embargo, y según la presidenta de la Asociación Unión Filipina de Eivissa y Formentera, Cristina Tuazón, ninguno tiene a ningún familiar muerto. «Hemos tenido una suerte inmensa porque la mayoría no somos de Tacloban, la isla más afectada y que ha quedado prácticamente destrozada con el 95% de sus viviendas dañadas», explica mientras asegura que aún no se atreve a mirar las imágenes de televisión.

Por ello, durante este fin de semana intentarán recaudar los mayores fondos posibles para ayudar a sus compatriotas. «Hemos puesto en marcha rastrillos de productos de segunda mano en Eivissa, Sant Antoni y Santa Eulària para conseguir dinero que mandar el lunes a nuestro país para ayudar en todo lo necesario», explica Tuazón.

Con ello aportarán su granito de arena a un país que ha sufrido «un golpe muy grande cuando parecía que empezaba a crecer económicamente», y que necesita urgentemente agua potable, comida, kits de higiene y sábanas para «ayudar a soportar el frío a todas las personas que están viviendo en tiendas de campaña bajo la lluvia».

Sin embargo, la presidenta de los filipinos en Eivissa, se toma la situación con cierta filosofía. «Se que hay millones de niños sin colegio, gente que lo ha perdido todo o familias enteras desaparecidas, pero estoy segura que Filipinas volverá a levantarse como otras veces y resurgirá de sus cenizas», asegura orgullosa.

En este sentido, Tuazón explica que los filipinos ya han vivido situaciones parecidas y que no les quedan «letras en el abecedario» para nombrar a todos los tifones y fenómenos naturales que han sufrido. «Estamos acostumbrados a vivir con ello y eso nos ha hecho un país fuerte y acostumbrado a resistir y volver a resurgir cuando no nos queda nada».