«No tendries res per sa meva dona?» El expresident Jaume Matas admitió que se dirigió con esta pregunta al hotelero Miquel Ramis y que pactó con el un empleo y una retribución de 2.900 euros al mes para su mujer, Maite Areal, «como hubiera hecho cualquier padre de familia». Sin embargo, hay dos líneas que separan el relato de los hechos que esgrimió el acusado del que hace la Fiscalía: Señala que realizó la petición a una persona con la que le unía una estrecha amistad y sostiene que su mujer sí llevó a cabo esa tarea como relaciones públicas de la compañía hotelera en Madrid.

La segunda visita del expresident al banquillo de los acusados comenzó tras una larga selección del jurado popular. Matas respondió al fiscal Pedro Horrach con un tono más suave que en el anterior juicio, incluso a preguntas más duras como si se acababa de inventar dos supuestos proyectos profesionales de su mujer, el expresident no subió el tono al responder con un: «Me está ofendiendo. No entiendo por qué me tiene que ofender».

Areal frustrada

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En el interrogatorio Matas describió una situación en la que su pareja estaba frustrada por su situación laboral ya que sus proyectos chocaban con los intereses de su marido como presidente de la comunidad. «Me sentía en deuda con mi mujer y creí que le había causado un perjuicio por lo que intenté ayudarle a encontrar un trabajo». Esa situación se plantea a finales de 2006. El año anterior, Areal había trabajado en una asesoría fiscal. Según contó Matas, él frustró dos contratos que había conseguido su pareja: uno con una empresa que alquilaba aviones para extinción de incendios y otro con una cadena hotelera. En ambos casos el expresident señaló que entendía que había una colisión entre su labor política y el hecho de que ambas empresas podían contratar con la administración pública.

Ese cuidado en mezclar lo público y lo privado fue una de las ideas que Matas quiso dejar claras al jurado: «Yo estaba en disposición de haber solicitado ese favor [la contratación de su esposa] a mucha gente, pero no quiero porque me va a crear problemas y acudo a un amigo». Más tarde añadió en la misma línea que podía haber acudido a un constructor o a un empresario con vínculos más cercanos con el Govern.

En su declaración, Matas negó que le pusiera ninguna condición Ramis para contratar a su mujer, «para hacer un favor como amigo me dijo que sí». Lo único que acordaron fue que Areal pudiera acudir a los actos institucionales y de la campaña electoral con su marido y la retribución, algo que el expresident explica que sucedió así: «Ramis me preguntó cúanto ganaba en Madrid y le dije que 2.500 y me dijo que le iba a ofrecer un poco más porque no quería pagar ningún gasto extra». Sobre el trabajo concreto que desarrollaba Areal, Matas fue mucho más impreciso. Señaló que su trabajo era buscar un tipo de cliente de alto poder adquisitivo de Madrid y darle a conocer el hotel Valparaiso. A preguntas del fiscal Miguel Ángel Subirán explicó que a raíz de su paso por la consejería de Educación madrileña como personal de confianza había desarrollado habilidades para relacionarse en ciertos ámbitos y contactos en Madrid. También negó haber dado ninguna indicación a su equipo para aumentar la contratación del hotel. De hecho indicó que el Partido Popular tiene como «hotel de referencia» en Mallorca el Palace Atenea a la hora de hacer actos públicos y que, de haber querido beneficiar a Ramis hubiera podido cambiar esto sin dificultad.

La Fiscalía reclama para Matas una multa de 9.000 euros por un delito de cohecho en este juicio que continuará esta mañana con la declaración del resto de testigos, entre ellos tres exconsellers de Matas, Joan Flaquer, Rosa Puig y Aina del Castillo, propuestos a última hora por el fiscal.