Dos hileras de palos sin ninguna coherencia con el entorno y un pavimento descuidado, conforman la estética de la plaza Antoni Riquer.

Sin árboles, sin jardineras y sin el embellecimiento prometido por el Ayuntamiento de Eivissa hace ya dos años. La plaza Antoni Riquer presenta un importante estado de decadencia y dejadez, protagonizado por una doble columna de palos que en verano sirven para sostener el toldo del mercado artesanal, pero en invierno invaden el espacio público sin ninguna coherencia con el entorno.

Después de que en 2012 se talaron los trece árboles de esta plaza (seis robinias y siete plataneros), su estética ha ido a menos por falta de cuidado y mantenimiento. Esta imagen se disimula en verano con los puestos artesanos y las terrazas de los bares, pero en invierno el aspecto de descuido que invade el centro neurálgico del puerto de Vila vuelve a salir a la luz.