Un grupo de alumnos en la planta de potabilización de agua de Santa Eulària, ayer por la mañana.

La desaladora de Santa Eulària protagonizó ayer el Día Mundial del Agua con la visita de 200 alumnos de primaria, a pesar de que sus instalaciones están finalizadas desde hace dos años y aún no han entrado en funcionamiento. El motivo es la falta de acuerdo entre el Ministerio de Medio Ambiente y el Govern balear por los 19 millones de euros de sobrecoste que tuvo su construcción, y el silencio de las instituciones sigue siendo un signo de la falta de solución.

La empresa concesionaria, FCC Aqualia, organizó esta jornada para que alumnos de 5º de primaria de siete colegios del municipio aprendieran «el proceso de potabilización del agua salada a través de un vídeo y de la visita in situ de cada una de las fases de la desalación, desde la captación en toma abierta hasta el almacenamiento, pasando por la impulsión y el tratamiento del agua», informó la empresa.

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