En la imagen se puede ver la gran cantidad de gente que acudió al centro de la localidad para disfrutar de la fiesta y los problemas que tuvieron en ocasiones los coches antiguos para circular sin atropellar a los presentes.

Durante la mañana de ayer más de uno pensó que Santa Eulària corría un serio peligro de saturación ante la gran afluencia de público que acudió a disfrutar con el día grande de la localidad. Y es que la suma de una mañana soleada y de temperatura casi veraniega, la apertura de la peatonalización del paseo de s’Alamera y una sala de exposiciones en el antiguo sindicato agrícola y la posibilidad de disfrutar con ball pagès, ca eivissenc, coches de época y carros de barana estuvieron a punto de generar un colapso en la localidad. «Soy de aquí, llevo muchos años acudiendo y creo que es una de las veces que más personas he visto», comentaba Toni, un hombre de 80 años que intentaba que nadie le tapara para poder ver a su nieta en un carro de barana.

Sin embargo, no fue una tarea sencilla, ya que toda la calle Sant Jaume, la arteria principal del pueblo, estaba llena desde su principio hasta su final desde primera hora de la mañana por personas en su mayoría ajenas a lo que estan sucediendo a esa misma hora en el Puig de Missa. Allí tuvo lugar la misa en honor a la patrona de la localidad, prolongada en esta ocasión por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, en hora y cuarto, y en presencia de multitud de vecinos, el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Serra y los alcaldes de los cinco municipios de la Isla.