A pesar de ser día laborable las calles de la Marina presentaban un buen aspecto ayer por la mañana. | M.G.

Aunque el jueves por la tarde se inauguró oficialmente la decimoquinta edición de la Fiesta Eivissa Medieval no fue hasta ayer por la mañana cuando realmente empezó a coger color y la afluencia de visitantes se empezó a dejar ver por las distintas calles de Dalt Vila, el paseo de Vara de Rey, la Plaza del Parque y la Marina donde están instaladas las 140 paradas que toman parte en esta edición.

Al igual que en años anteriores la oferta de productos es muy amplia y prácticamente se puede encontrar cualquier cosa. Desde los puestos de artesanos ibicencos en la calle Antoni Palau donde se venden botellas de hierbas ibicencas, miel de Eivissa o aceite de la Isla, hasta la subida del Portal de ses Taules, el patio de Armas y las calles que llevan hasta la catedral, se pueden encontrar llamadores de ángeles, perlas de cultivo, aromas y jabones artesanos, hadas de todos los tamaños y formas, artesanía de algodón, cuero, tela o seda, animales de cuerda, oro vegetal, incienso, marionetas de gomaespuma, máscaras venecianas, aceites esenciales, artilugios de magia y de ingenio, diademas de flores, socarrats (una cerámica medieval que se usaba para los techos) y hasta armas de madera para grandes y pequeños. «Noto que está mejor que otros años, porque encuentro más variedad y más cosas curiosas que no puedes encontrar en otros lugares más que este», explicaba Núria, una visitante de Zamora que siempre que puede regresa a Eivissa coincidiendo con la feria.

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