Jaume Matas se convirtió ayer en el primer condenado por el ‘caso Palma Arena’ que ingresa en la cárcel. El expresidente del Govern eligió el recinto penitenciario de Segovia para cumplir los 9 meses de prisión impuestos por el Tribunal Supremo, que lo consideró culpable de un delito de tráfico de influencias al interceder en la contratación del periodista que le escribía los discursos Antonio Alemany.

Matas llegó al recinto penitenciario segoviano en coche, por la tarde, acompañado por uno de sus hijos, Jorge. Vestido con pantalones oscuros y un polo azul, calzado con deportivas blancas, el exjefe del Ejecutivo balear entre los años 1996-2000 y 2003-2007 recorrió con paso firme y decidido la distancia que le separaba de la entrada de la cárcel, tal y cómo lo recogió la cámara de La Sexta.

Matas dio un golpe de efecto al dirigirse a la cárcel de Segovia sin haber firmado la orden de ingreso previa en la Audiencia de Madrid, que había sido remitida la semana pasada desde Palma.

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Está sordo

En principio, Matas podía elegir cualquier centro de reclusión de la capital de España, donde reside con su familia, pero ha preferido Segovia. Según explicó su abogada Pilar Gómez Pavón a Ultima Hora, tomó esa decisión por motivos de salud: «Ha elegido una cárcel pequeña, como la de Segovia, y no una de Madrid debido a que está convalenciente de una operación de oído. No oye casi nada, está prácticamente sordo, tiene problemas auditivos y necesita someterse a controles diarios. Cárceles del tamaño de las madrileñas no le habrían beneficiado en nada», señaló.

La letrada indicó que «respetaba» la decisión de su cliente: «No influí ni aconsejé nada. Ha hecho lo que estimaba oportuno», indicó.
El expresidente ya forma parte de la población reclusa tras la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy de concederle el indulto. Pese a que una pena inferior a dos años no implica, necesariamente, el ingreso en prisión, la última palabra en ese sentido siempre la tiene el tribunal juzgador. La Audiencia de Palma y la Fiscalía Anticorrupción fueron taxativos: «Jaume Matas debe cumplir su condena».