Emilio Benítez López, posando en las inmediaciones de la Cofradía de Eivissa, que es a la que pertenecen los pescadores de Santa Eulària. | (c) Sergio G. Canizares

Emilio Benítez es de Santa Eulària y propietario de uno los tres barcos que pescan Gerret d’Artet en la cofradía de Eivissa.

—¿Qué tal va la temporada?
—Este verano la pesca va bien, yo no me puedo quejar, se sostiene la cantidad de captura y se aguanta bien, aunque el tiempo es muy malo, muchas corrientes y mucho viento. Encuentras un día de calma y tres o cuatro malos.

—Usted es de Santa Eulària ¿Su pesca se ve afectada por las boyas ‘alegales’ que hay en Tagomago?
—Sí, yo me dedico únicamente a la pesca del Gerret d’Artet, y Tagomago es uno de los dos puntos que hay de calado, si no podemos pescar en Tagomago vemos nuestra captura reducida a una calada en vez de dos, y cuando no podemos faenar al alba se nos reduce la pesca un 50%. Aun así hemos trabajado en Tagomago.

—¿Así que, a pesar de todo, han podido trabajar allí?
—Sí, así es, pero tenemos las boyas y el día que nos empalme la corriente se nos van a estropear las redes, que pueden costar 20.000 euros o más...

—¿A Usted se le han roto las redes pescando allí?
—No, en Tagomago no se me han estropeado las redes pero a mi compañero, sí. Tuvo mala suerte porque mi barco pasó pero el suyo no, y se le quedaron las redes enredadas con los muertos de la boyas. Llamamos a un compañero que es submarinista y lo sacó, fue entonces cuando vimos que en el fondo había un cortador de césped, un ancla, un carrito eléctrico, trozos de barco, de motores y montones de baldosas. Avisamos a los GEAS, los buzos de la Guardia Civil, pero cuando fueron ya lo habían limpiado todo.