El biólogo e investigador del IMEDEA, Jorge Terrados, ayer, minutos antes de la entrevista con este periódico. | (c) Sergio G. Canizares

El doctor en Biología e Investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA, integrado por el CSIC y la UIB), Jorge Terrados, participa en el curso práctico de gestión ambiental del medio marino que se celebra esta semana en Sant Antoni. Terrados asegura que las praderas de posidonia oceánica están en «buen estado» en las Pitiüses, pero alerta de que al mismo tiempo «viven con amenazas que hay que saber gestionar», como la presencia de especies de algas invasoras y los fondeos de grandes embarcaciones que arrancan esta planta.

—¿Por qué es tan importante la posidonia para el fondo marino de las Pitiïuses?

—Es una planta marina que crea una pradera submbarina que tapiza el fondo y estas praderas tienen un papel importante, como ser el hábitat principal donde viven otros muchos organismos que no vivirían si no existieran las praderas. Actúa, además, como un filtro de materiales en suspensión en el agua y de nutrientes, con lo cual ayuda a mantener la transparencia del agua y contribuye a estabilizar el fondo, a reducir por ejemplo el efecto del oleaje sobre la arena. También, indirectamente, la pradera contribuye a la creación de arena porque parte de los granos de arena son los restos de organismos que viven en la pradera (esqueletos, conchas...). Luego hay otra función importante que es que actúa como sumidero de carbono, de CO2. De las especies de plantas marinas a nivel mundial es la que más CO2 secuestra, es decir, absorbe el CO2 que viene de la atmósfera y lo fija en el fondo marino en forma de raíces, tallos, restos de la planta que se quedan enterrados y que no se descomponen con lo cual hay parte de ese CO2 que queda ahí almacenado.

—¿Cuáles son las principales amenazas a las que se enfrenta esta planta?

—Actividades humanas que la dañan directamente o bien actividades humanas que cambian las condiciones del medio que la planta necesita para vivir. El problema de todos los daños que le afectan es que es una especie de crecimiento muy lento. Si creciera rápido, aunque la arranques no pasaría nada porque se recuperaría en poco tiempo, pero no es así.

—¿Cuánto tarda en recuperarse?

— Depende del tamaño. Un tallo crece un centímetro aproximadamente por año. Si arrancamos, por ejemplo, un metro cuadrado de una pradera puede tardar un siglo para que las plantas de su alrededor con su crecimiento puedan rellenar ese hueco que hemos generado. Si generamos una perturbación no de un metro cuadrado sino de diez hectáreas pueden pasar varios siglos hasta que se recupere o incluso que no se recupere. Al perderse la pradera puede ocurrir que las condiciones que la rodean y que han sido alteradas no permita que ese trozo se pueda recuperar.

—¿Los fondeos es lo que más afecta al estado de las praderas?

—El tema del fondeo cuando se concentra en unas calas en concreto genera mucha concentración de perturbaciones. El ancla cuando cae arranca y mata las plantas; un ancla a lo mejor no hace mucho daño, pero hay calas en Eivissa y Formentera que reciben medio centenar de barcos o más al día y esto son muchas anclas y muchas perturbaciones, lo que genera mucha pérdida en las praderas.

—¿Cuál es el estado de las praderas en las Pitiüses?

—Están bien porque la calidad del agua a pesar de todo es buena, pero sí que presentan problemas difíciles de gestionar, como son la proliferación de especies de algas invasoras que no son del Mediterráneo y el fondeo, que se podría gestionar mejor con más campos de boyas de amarre. Tienen amenazas como éstas que hay que intentar gestionar y encauzar para conservar la posidonia.

—¿Cómo cree que se podría gestionar o limitar mejor los fondeos?

—Hay sitios donde se concentran más, de conflicto, y allí se podrían fomentar más las boyas de amarre para en lugar de usar el ancla que usen las boyas. Además, las praderas deberían estar ligadas a las cartas náuticas y fomentar más la información sobre la ubicación. A los barcos les va mejor fondear donde hay arena porque donde hay posidonia les cuesta más engancharse.