José Alberto Prior, es un sevillano que tras dos años trabajando de temporada ya está fijo todo el año. | (c) Sergio G. Canizares

Mayo, junio, julio, agosto, septiembre... llega el calor, los turistas, la temporada y Eivissa entra en ebullición. Es algo que se viene repitiendo año tras año desde que los primeros visitantes descubrieron a mediados de los sesenta las bondades que le ofrecía la isla. Poco a poco fueron llegando trabajadores de toda España para cubrir las necesidades de restaurantes, bares, hoteles y tiendas.

Son muchos los ejemplos de personas de todas las edades, tanto ibicencos como llegados de fuera, que ven en el verano una buena oportunidad para ganar dinero y luego emplear el resto del año en otros menesteres. Este es el caso de Catina Roig, que vuelve a Barcelona, Isaac Márquez que regresará a Sevilla, Silvia Robles que lo hará a Granada, Miguel Ángel Folch que ya está en Valencia, o Iqbal Singh, que siempe que puede vuelve a la India tras cerrar su restaurante Curry Palace en Cala de Bou.
«Eivissa ofrece cosas que no te da ningún lugar en el mundo, que es trabajar y ganar un buen dinero para después, si has sido capaz de ahorrar, dedicarte el resto del año a estudiar, viajar o cualquier otra cosa que quieras», asegura al respecto el sevillano Isaac Márquez Boza, que aprovechará su sueldo de repartidor para intentarse sacar el carnet de conductor de autobús o de camión en la Península.

Trabajo «muy duro»

Eso sí, todos ellos coinciden en que trabajar durante la temporada en Eivissa es «muy duro» porque no se suele librar ningún día durante siete meses y porque exige mucha dedicación. «Desde marzo a noviembre prácticamente sólo duermo cuatro horas al día porque se cierra tarde, hay que llevar a la niña al colegio, hay que ir a comprar los productos del día, y luego, además, siempre tener una sonrisa ante el cliente», asegura Iqbal Singh, un ciudadano indio de 39 años que en 2011 abrió su propio restaurante en Cala de Bou.

A pesar de ello, la mayoría también recomienda la experiencia. «Yo animo a todos los jóvenes a que prueben a hacerlo al menos una vez en la vida porque se consigue dinero y se gana una experiencia que es muy buena de cara al futuro», asegura Catina Roig, una ibicenca de 24 años que tras terminar la carrera de periodismo y hacer un master de Dirección en Comunicación de Empresas lleva dos años seguidos trabajando en La Sirena.

En este aspecto, la misma Roig, asegura que trabajar en Eivissa es mucho más sencillo que hacerlo en la Península ya que por ejemplo, Barcelona «es una jungla». «Aquí hay trabajo para mucha gente en verano y más si te vas haciendo un curriculum o vas conociendo a la gente, mientras que en otros lugares nadie te conoce y realmente es muy difícil conseguir que te contraten de cualquier cosa», explicó.

Una idea en la que también coinciden otros jóvenes como por ejemplo Isaac Márquez o Silvia Robles. «Cuando he querido volver a la Península siempre he tenido problemas y en cambio aquí, a poco que trabajes de forma profesional y seas una persona responsable que dejes una buena imagen casi siempre tendrás algo en que trabajar», confirmó el primero, que tras trabajar de camarero este verano ha vuelto a encontrar un puesto de repartidor.

De esto precisamente puede hablar José Alberto Prior. Este joven andaluz de 28 años llegó la isla con una maleta buscando un trabajo fijo y lo consiguió. Tras pasar un tiempo ayudando en un hotel en bodas y comuniones rápidamente encontró un puesto en Can Tixedó como camarero. Y tras trabajar durante dos años en temporada por fin ya es fijo y puede disfrutar de su sueño de vivir todo el año en la isla. «Creo que mi ejemplo puede servir para explicar que si se trabaja duro y con profesionalidad se puede conseguir el objetivo de quedarte a vivir en un sitio tan maravilloso como Eivissa», concluyó.