En agosto de 1956 se inauguró el Observatorio de Puig des Molins en Vila, aprovechando su emplazamiento en alto, la falta de contaminación lumínica, el eco social que había alcanzado el planeta Marte y la fantasía y el misterio que rodeaba a todo lo relativo a la investigación del espacio. Desde el principio los encargados de gestionarlo fueron los miembros de la recién creada Agrupació Astronòmica d’Eivissa y ayer, 58 años después, y tras pasar por un período de abandono, en el que incluso fue lugar de descanso para indigentes, el Ayuntamiento de Vila lo ha conseguido recuperar.

La reinauguración oficial será el próximo 4 de diciembre a las 17,00 horas y aunque aún hay que terminar de calibrar los dos telescopios para verlo funcionar a pleno rendimiento, el presidente de la agrupación, Jose Luis Bofill, consideró el día de ayer como un «regalo adelantado de Reyes». «Después de todo lo que ha vivido el edificio, sobre todo desde 2005 cuando entró en estado de abandono, saber que en febrero de nuevo estará funcionando es para nosotros y para todos los ibicencos una magnífica noticia», aseguró Bofill.

No en vano, gracias a una inversión de unos 240.000 euros los residentes podrán disfrutar de una instalación completamente remodelada que incluye cuidados jardines, el observatorio donde hay dos nuevos telescopios, una sala de informática en la que se recogerán y recopilarán los datos de las observaciones, y un aula de divulgación para las visitas escolares, y sobre la que se ha colocado una pequeña estación meteorológica y una cámara con visión panorámica enfocada directamente al cielo para poder conocer las condiciones climáticas de Eivissa en tiempo real.

Dos telescopios

Sin embargo, las joyas de la corona están en la planta superior. Son los dos telescopios y según explicó Bofill, uno de ellos «es óptico, de 35 centímetros de diámetro, de tipo reflector o Newtoniano, y emplea dos espejos, uno en el extremo del tubo para reflejar la luz y enviarla al secundario y de ahí al ocular», mientras que el segundo es de los conocidos como refractores, «que captan imágenes de objetos lejanos utilizando un sistema de lentes convergentes en los que la luz se refracta», y que es «ideal» para la divulgación y para aprovecharlo en las visitas escolares.

Los dos están sincronizados con la sala de control del piso medio y perfectamente robotizados para que se puedan enfocar y mover desde cualquier parte del mundo a través de un programa informatico. Además, y tal y como aseguró el presidente de la Agrupació Astronòmica d’Eivissa, estarán sincronizados con el aula de divulgación, de unos cincuenta metros cuadrados, y en la que a través de una pantalla se podrá ver en tiempo real lo que se está enfocando con los telescopios mientras se dan explicaciones.

Y es que, según se explicó ayer, la nueva función de este observatorio será fundamentalmente pedagógica, siendo complementario del que hay instalado en Cala d’Hort, que se destinará más al campo de la investigación. «Aunque también nos permitirá llevar a cabo trabajos científicos la idea es acercar la astronomía a todo el público a través de la contemplación de los planetas, las estrellas e, incluso, las nebulosas, aunque para ello tengamos que luchar contra uno de nuestros principales enemigos: la contaminación lumínica», concluyó Bofill.