Los más pequeños pudieron entregar sus cartas a los Reyes Magos.

Apenas faltan unos días para que lleguen las Navidades y los colegios de toda Eivissa se esfuerzan para que sus alumnos vivan el espíritu de estas fechas acogiendo en los centros escolares un buen número de actos ligados a la tradición.

Así, por ejemplo, los pajes reales visitaron ayer el C.P. Puig d’en Valls, donde unos 430 niños de entre tres y siete años pudieron entregar sus cartas a los Reyes Magos, depositándola en una gran saca de color rojo.

Los más pequeños al principio se mostraron algo tímidos, pero al ver que además de poder pedir sus deseos recibían un caramelo, enseguida dejaron de titubear, costándoles a las profesoras que los pequeños mantuvieran cierto orden y no se abalanzaran sobre los emisarios de Sus Majestades.

«Si normalmente ya van revolucionados, en un día así, con estas emociones, más aún», comentaba una de las docentes, mientras algunos padres tomaban fotografías con sus móviles y cámaras.

La amplía sonrisa que exhibían los niños y la luminosa mirada que se les encendía ante los pajes reales se prolongaron todavía en el patio gracias a una chocolatada con bizcochos.

También había salsa, pero las preferencias de los chiquillos se inclinaban claramente hacia la bebida de cacao.

En el colegio de Sa Graduada también celebraron una gran chocolatada, aunque en este caso con los alumnos dentro de sus clases. Profesores, ayudados por algunos de los alumnos más mayores, se encargaron de llevar a las aulas el chocolate líquido.

Las aulas de los primeros cursos, ubicadas en la primera planta, fueron las primeras en recibir los 80 litros que habían preparado para la ocasión. En el segundo piso, la impaciencia se apoderaba de los alumnos, que ansiaban su turno esperando que el carrito llegara.

Una vez repartido la chocolatada, los más golosos quedaban delatados por llevar los morros manchados de oscuro y por pedir una segunda ración, si había quedado algo de chocolate.

Más tarde, terminado el almuerzo, los 450 alumnos de este colegio de Vila se reunirían en el patio para cantar villancicos en una escena que se alargó hasta el mediodía, cuando aparecieron los primeros padres para recogerlos.

Mientras tanto, en Puig d’en Valls, entregada la carta a los pajes reales y apurado el chocolate y los bizcochos, los alumnos regresaron a sus aulas dispuestos a celebrar otras actividades también ligadas a la Navidad.

Cada niño había traído un regalo sorpresa que sería para alguno de sus compañeros. Así, todos tendrían un regalo antes de empezar las fiestas, aunque debían de comprometerse a pedir un regalo menos en sus respectivas cartas.

«Esta idea pretende inculcar en los niños un modo de consumo responsable», explicaba la directora del centro, Edu Sánchez Meroño, sobre esta actividad.

Por otro lado, cada clase también organizó su propio sorteo de lotería, imitando en todo detalle a los niños del Colegio de San Ildefonso cuando cantan los décimos premiados cada 22 de diciembre.

Algunos grupos sorprendieron por seguir fielmente cada uno de los pormenores que rodean el Gordo de Navidad: con la proyección de los décimos en la pizarra, los alumnos elegantemente vestidos con corbata y cantando los números agraciados con la característica entonación del auténtico sorteo. Excepto los premios en metálico, que obviamente no hubo, no le faltó de nada a esta ilusionante parodia.