Catalina Guasch Ferrer, ayer en su domicilio de la calle Aragón. | (c) Sergio G. Canizares

Las mujeres de su generación son tremendamente agradecidas. Y encantadoras. Para ellas recibir un premio suena a broma. Han atravesado por demasiadas penurias como para esperar ahora reconocimientos públicos. Nuestros octogenarios son, en general, un ejemplo de esfuerzo y superación. Y a falta de un año para alcanzar las 80 primaveras, Catalina Guasch Ferrer (Sant Carles, 24 de febrero de 1936) puede sentirse más que orgullosa de su contribución a la sociedad.

Trabajadora del campo y hostelera en activo, recibió este jueves en Madrid la Medalla de Plata al Mérito en el Trabajo por sus 63 años cotizando a la Seguridad Social. El Gobierno la reconoció como una de las personas que más tiempo ha trabajado por este país.

Cuando en el mes de octubre recibió la noticia por teléfono no podía creerlo. «Les dije que a ellos qué les importaba lo que yo había trabajado», admitió ayer en su casa de la calle Aragón, en Eivissa, donde no paró de contestar, con su mejor sonrisa, a decenas de llamadas para felicitarla.

Detalles de la recepción

A la recepción oficial, celebrada en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, acudió Catalina Guasch junto a dos de sus tres hijos, una de sus seis nietos y uno de sus dos biznietos, de tres añitos. «Los hombres tenían que trabajar», apunta, mientras verbaliza locuaz que los gastos de desplazamiento corrieron de su cuenta. «Me dieron una medalla muy bonita, pero mi dinero me costó. Lo hemos pagado la bisabuela, la abuela y la mamá, pero con mucho orgullo porque lo recordaremos para toda la vida», precisa Catalina, que fue tratada «como una reina» por sus anfitriones.

«Los ministros –Fátima Báñez, de Empleo y Seguridad Social, y José Manuel Soria, de Industria y Fomento– fueron un encanto. Me recordaron aquello de la llamada y que yo me tomaba a broma el premio. Fátima es adorable. Me dijo que cuando venga a Eivissa me llamará y yo con mucho gusto la recibiré. Fue una jornada muy bonita, increíble y vengo muy contenta», admitió la infatigable trabajadora, que sigue regentando una Casa de Huéspedes en la calle Historiador Josep Clapés.

Catalina Guasch comenzó a trabajar «desde jovencita» con su padre, quien le enseñó no sólo su primer oficio en el campo, sino «a ser persona». «Estoy orgullosa, no he hecho otra cosa en mi vida que trabajar», afirma. Y ahí sigue, al pie del cañón. «De momento me encuentro muy bien y no sé estar dentro de casa», subraya. No es de extrañar, por tanto, que con desparpajo ’amenazara’ a la ministra con ir ahora «a por la Medalla de Oro». Méritos, desde luego, no le faltan.