Carlos Ramón, rodeado por un grupo de niños keniatas.

Primeras 3 semanas

No puedo estar más contento en el tiempo que llevo aquí puesto que el recibimiento no ha podido ser mejor, todos me han tratado muy bien, y siempre con una gran sonrisa.

Dentro del proyecto del orfanato de tengo plena libertad para organizar mi tiempo y por ello he decidio aprovecharlo para compartirlo con los 30 niños de diferentes edades que hay. Son todos encantadores, muy simpáticos, cariñosos y educados, y las horas pasan volando haciendo diferentes cosas. Aquí el juego se basa en su imaginación, y siempre se las apañan hacer balones con bolsas de plástico y cuerda, jugar a lanzarse bolas de papel que han creado ellos, o para construir un coche imaginario con dos ruedas y un palo… aunque no tienen mucho, no les falta de nada.

Una de las cosas que más me llama la atención es la manera que tienen de compartir y de pensar en los demás. No son egoístas, dan las gracias por cada pequeño gesto o detalle, y son extremadamente cariñosos, abrazándome incontables veces.

Además, comparto mi tiempo junto a las mujeres mas desfavorecidas de la comunidad, quienes a pesar de haber pasado por situaciones y vivencias bastante duras, también rebosan una gran vitalidad y siempre tienen, como no, una gran sonrisa.

Incluso he tenido tiempo para visitar algunas de las aldeas cercanas, situadas en una zona muy rual y eso en Kenia es hablar de estar en medio de la naturaleza. Por eso, algunas veces tenemos que andar hasta dos horas por el bosque, subiendo y bajando colinas, para llegar a nuestro destino. En nuestro camino me suelo encontrar a granjeras con un pequeño huerto y unas pocas vacas, cabras y gallinas que les permiten ganar el poco dinero que entra en estas casas.

Cada día una nueva historia

Cada día conozco una historia conmovedora con las que es fácil sensibilizarse puesto que la mayoría son de los niños y de las mujeres del proyecto. La manera en la que han abandonado a algunos de esos pequeños con apenas días de vida en el orfanato llega hasta muy dentro del corazón. Por ejemplo a Valentine, una niña preciosa y risueña, su madre a los dos días de vida la envolvió en papel, y la dejó caer en una letrina, dentro de todas las deposiciones. Por suerte enseguida un señor que usaba esa misma letrina, escucho a un bebe llorar y consiguieron, no sin dificultad, rescatarla. Ahora Valentine tiene 10 años, es una de las niñas más guapas que he conocido, está rebosante de felicidad y vitalidad y pasa mucho tiempo conmigo.

Otra de las historias que más me ha conmocionado la viví al visitar una aldea recóndita por la que no había pasado ningún blanco anteriormente. En ella, una señora nos enseño su casa y a sus hijos, uno de ellos con una fuerte discapacidad, que le impedía andar, casi ver y casi hablar. Se llama Kibet y con 7 años su madre lo tiene encerrado desde que nació en una pequeña habitación sin ventanas, ni luz ni ventilación y apenas lo saca. Me dejaron sacarlo y aunque intenté hacerle andar fue sumamente difícil porque sus pies son mas pequeños que mis dedos. A pesar de todo conseguí que se moviera, jugar con él, y lo que es más importante, que riera.

Finalmente, me comprometí junto a Christine, la responsable del proyecto en Kenia, a llevarle hasta una escuela que atiende y ayuda a niños con estas discapacidades y a pagar anualmente los costes de este internado con el fin de ayudarle a que mejore tanto él como su familia.

El drama del SIDA

Con respecto a las mujeres mayores es un drama ver el daño que hace el SIDA en la zona, y lo peor, conocer de ellas personalmente la historia de como se han infectado, en la mayoría de los casos de forma injusta.

En resumen, la zona de Kenia en la que estoy hay mucha pobreza, la mayoría de la gente vive en casas minusculas de barro, metal o madera, sin acceso a luz ni agua y por ejemplo, para recoger el agua tienen que andar a diario una distancia considerable, y esperar con suerte a que la fuente natural desde la que se abastecen no se haya secado.

Ahora os dejo hasta dentro de siete días. Estoy a punto de comenzar lo que será mi última semana en Kenia, antes de desplazarme a Tanzania, por lo que en mi próximo artículo haré un resumen de todo lo he vivido aquí.