Pasaban pocos minutos de las doce de la mañana y el paseo de S’Alamera, justo delante del Ayuntamiento de Santa Eulària, ya derrochaba actividad gracias a los talleres y juegos infantiles al aire libre programados por las monitores del proyecto Escolas Obertes. Por el contrario, y en claro contraste, en los alrededores del Puig de Missa, la tranquilidad era total mientras se esperaba pacientemente a que terminara la misa en honor a la patrona de la localidad, oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, y que se prolongó durante algo más de hora y media.

Estas dos imágenes fueron el reflejo de lo vivido ayer por la mañana en la Vila des Riu durante el día grande de la localidad. Por un lado, la misa, la procesión y el ball pagès, en esta ocasión a cargo de Sa Colla de Es Broll, y por otro, los juegos cooperativos con paracaídas, las pompas de jabón, o los talleres de creación de flores de papel o de plantación de lechugas puestos en marcha por Escolas Obertes, una idea conjunta del ayuntamiento y la Direcció General de Cooperació e Immigració del Govern balear.

No en vano, no hubo prácticamente nada que se saliera de lo normal con respecto a otros años. La procesión, compuesta en esta ocasión por ocho imágenes, la última como suele ser costumbre, la de Santa Eulària, marchó sin sobresaltos seguida por un amplio número de representantes eclesiásticos y políticos, entre ellos, el president del Consell, Vicent Serra, el conseller d’Hisenda i Pressuposts del Govern, José Vicente Marí Bosó, y todos los alcaldes de la isla, Vicent Marí, como anfitrión, Virginia Marí, Neus Marí, Antoni Marí, Carraca, y Pepita Gutiérrez, y la veintena de miembros de Sa Colla des Broll.

Únicamente añadió un poco de emoción a la jornada, además del tradicional reparto de bunyols y vi pagès en grandes cantidades, la idea de algún descendiente de valencianos o alicantinos de lanzar al aire un buen número de cohetes pirotécnicos cerca del Puig de Missa al terminar la celebración eucarística. Algo que hizo las delicias de un pequeño grupo de niños que, aburridos, se dedicaron a perseguir los restos de las explosiones para recopilarlos.

Igualmente, también merecen una mención especial los estudiantes de 3º de ESO del instituto Xarc de Santa Eulària por dedicar un gran esfuerzo en cocinar y preparar una amplia cantidad de alimentos y después intentar venderlos a precios populares en la puerta del templo y en distintas partes del pueblo para recaudar fondos para su viaje de fin de curso en junio a Roma.