Los pasillos del certamen recibieron ayer una buena afluencia de público. Hoy volverá a abrir su puertas hasta las 20:00 horas. | Sergio Cañizares

La Feria de Stocks de Sant Antoni, que este fin de semana celebra su undécima edición, es un evento totalmente consolidado entre el público local y que extiende también su poder de atracción entre los visitantes.

Los comerciantes que exhibían en la carpa municipal sus productos -la mayoría textiles- destacaron tanto el buen funcionamiento de la cita como la gran afluencia de público.

«Al mediodía, cuando termina la misa, se llena de turistas del Imserso», comentaba Eva Verdú, en cuyo puesto de ropa y calzado infantil compran «algo para sus nietos».

Es el caso de Antonia, una mujer asturiana que se encuentra en la isla en un viaje del Imserso y que se llevó de la Feria de Stocks un jersey naranja para su nieta Andrea. «Un chollo, por cinco euros», señalaba con una amplia sonrisa.

«A nosotros nos han avisado de la feria en el hotel donde nos hospedamos», afirmaban Isabel y Enrique, un matrimonio procedente también de Asturias, que se compraba en otro puesto una chaqueta para él por 30 euros. «Su precio era de 80», reseñaba la vendedora.

Pero no solo los turistas llenaron la carpa del paseo de Ses Fonts. «Es una cita esperada por la gente del pueblo», explicaba Cristian, dependiente de una tienda de Sant Antoni que ayer ofrecía ropa de marca con descuentos de más de un 50%. «No sirve para hacer negocio, pero sí para vaciar el almacén», añadía, a la vez que esperaba que la rua de carnaval y este domingo la Cursa del Porquet mantuvieran la buena entrada de la mañana de ayer.

Regateo

Los lineales de ropa, calzado y complementos para hombre, mujer y niño conforman el grueso de una feria en la que el público busca los precios más ajustados. «Tenemos género desde los tres euros, pero aún así algunos tratan de regatear, algo que no había visto nunca», manifestaba Noelia, responsable de un establecimiento de ropa infantil. Aunque también hubo lugar para un estand de la Fundación Deixalles, donde, además de prendas y zapatos, también había productos de comercio justo.