Degustando manjares. | Roger Riera

El estreno de la primera edición de ‘Sabors del Camp i de la Mar’ se saldó ayer con un rotundo éxito de público, meta que espera repetir o incluso incrementar este domingo, segundo y último día del certamen.

Aunque a primera hora el Recinto Ferial de Eivissa presentaba una tímida entrada, animada principalmente por la extensa comitiva política con motivo de la celebración institucional del Día de les Illes Balears, conforme se acercaba la hora del aperitivo centenares de ibicencos se acercaron para dejarse seducir por la exuberante mezcla de olores y gustos locales de esta nueva propuesta, promovida por las conselleries de Agricultura y Ganadería e Industria y Comercio.

Las mesas llenas, las mandíbulas batiendo apresuradas y los estómagos agradecidos por los excelentes manjares locales eran los mejores indicadores del gran acierto de esta nueva cita, que viene a cubrir el hueco dejado por la Fira del Camp, que dejó de celebrarse hace un par de años.

El conseller de Agricultura, Antoni Marí Marí, destacó que esta nueva feria es necesaria para «dar apoyo a un sector que requiere una atención constante» y añadió que esta «nueva fórmula está enfocada más en la degustación que en la mera presentación de productos».

«Es un formato más adecuado, porque en lugar de mostrar verduras, podemos invitar a probar el producto elaborado», explicaba Sonia Torres, directora de Ecofeixes, una de las entidades que participaba en el salón y que proporcionaba en su estand raciones de cuinat y montaditos hechos de pan de trigo autóctono-xeixa- y berenjenas locales en conserva.

La muestra invitaba a degustar productos procedentes de la huerta ibicenca, pescado capturado en las aguas de Eivissa y Formentera y alimentos elaborados en las Pitiüses como vino, miel o aceite. El café, de origen foráneo pero tostado en Eivissa, también tenía su lugar, así como una exposición de artesanía local a cargo de la Asociación Cultural Es Retorn, que gozó de una privilegiada ubicación en la entrada del recinto.

María Ribas, una sonriente octogenaria de esta última entidad, hilaba lana con parsimonia a la vez que presumía de sus espardenyes de pitra: «Antaño valían 10 pesetas y ahora cuestan 350 euros», exclamaba mientras mostraba el inmaculado par que calzaba. «Estas tienen 40 años», aseguraba.

Ribas lamentaba que «ahora la gente no tiene tiempo y prefiere ir al supermercado, pero no hay nada como un queso hecho en casa».

Precisamente, al otro lado de la feria, Fina Prats explicaba cómo hacerlo dentro de las actividades complementarias programadas que incluyen degustaciones y talleres de elaboración.

En otro punto del recinto, los visitantes se agolpaban frente al puesto de la Cofradía de Pescadores de Sant Antoni. El objetivo: hacerse con una ración de gerret, ya fuera frito o escabechado. Sergio, un fiel consumidor de esta apreciada variedad local, manifestaba: «Suelo comerlo y me gusta mucho , no me cansaría nunca».

Todos las raciones cuestan entre uno y tres euros, mientras que las bebidas valen un euro -los refrescos- o dos, en el caso de los vinos. Los visitantes deben adquirir tíquets de consumo en un estand ubicado a la entrada del recinto.

Fuera, en la carpa exterior, los más pequeños disfrutaban contemplando ejemplares de ovejas, cabras, conejos, gallinas o porc negre, todos ellos de razas autóctonas.