Los militantes llenaron el patio de butacas. | Toni Escobar

«Esto parece ‘Piratas del Caribe’» me comentaba una compañera periodista sobre la música que adornaba los primeros momentos del acto, justo cuando me empezaba a sentir ‘Ben-Hur’ y ya andaba buscando un escudo y un casco. La explicación a la divergencia quizá sea que la compañera en cuestión es infinitamente más joven que yo. Sea como sea, en el Palau de Congressos de Santa Eulària había mucho militante que bien podría haber asistido al estreno de Ben-Hur, pero también muchos de esos jóvenes - incluso niños - que han disfrutado de Jack Sparrow y compañía. Pero sobre todo, lo que había era un ambiente dominado por la épica. Los dirigentes populares son conscientes de que lo van a tener complicado para revalidar mayorías absolutas y quieren tener a la militancia dispuesta a batirse en la arena de la campaña, a luchar voto a voto. Tras esa música solemne y rimbombante llegó el ‘touche’ de modernidad. El ‘chumba-chumba’ - lo defino así porque el ‘shazam’ no me funcionaba - acompañaba a cada candidato en sus subidas al escenario. Los expertos dirían que el PP se quiere vender como un partido ‘resultadista’ (el lema era ‘som resultats’), capaz de cualquier proeza electoral y como una formación de hoy en día, fresca y joven. Pero a mí, que no soy experto en marketing político, la combinación me chirriaba.

Sintonía

¿Dónde han quedado ese ritmillo cansino de la sintonía popular, la de siempre? me preguntaba mientras miraba los vídeos - hasta tres - con los que la organización quiere convencer a los convencidos de que España (el primero) es una país vanguardista donde las cosas van más que bien; de que Eivissa (el segundo) ha mejorado substancialmente en los últimos cuatro años y de que Balears (el tercero) es una comunidad maravillosa. Por cierto, de los discursos, me quedo con el de Pepe Sala, que reclamó el derecho a pensar diferente dentro del mismo partido. «Unidad no significa uniformidad» advirtió en un breve, pero contundente, alegato a favor de la discrepancia. El resto, demasiado previsibles.