Impresiones

Paloma Pombo, ‘Piedras’

«Tengo muy buenas expectativas. En Semana Santa la gente se anima más a un destino con sol y buen tiempo. La luz del Mediterráneo es un buen destino. Sobre el puerto, todo lo que sea mejorar lo encuentro positivo».

Geoffroy Gillieaux, ‘Jeffreys’s’

«Por lo que dicen va a venir más gente que el año pasado y tenemos esperanzas de que sea una buena temporada con el nuevo puerto. El resultado creo que será bueno para los comerciantes».

Sally Wristen, ‘Bite Me’

«Esta zona del puerto es la más comercial y me encanta. Es una zona antigua y la verdadera Eivissa. Tengo confianza en esta temporada. Yo vivía en Andalucía y allí sí que había crisis, aquí no la veo. Está mucho mejor».

Alberto Ponce, ‘Cerámica Estés’

«Llevo un mes abierto y ha sido un marzo igual o un poco inferior al del año pasado. Yo soy prudente. Todo lo que sean obras en zona turística afecta en lo negativo. Cuanto peor está menos gente se acerca».

Sophie Celine, ‘Ibirosa’

«Con la renovación del puerto no sé si se llevarán los cruceros al otro lado del puerto. El problema es que después la gente no viene hasta aquí porque tiene que pagar el autobús para que les traiga».

El barrio de La Marina se sacude estos días el letargo de un tedioso invierno y comienza a despertar, como cada año, con la llegada de la Semana Santa. Numerosos comercios y establecimientos de restauración abrieron ayer sus puertas con un denominador común: la ilusión.

El repunte de la economía insular y las perspectivas de un incremento de la llegada de turistas –con la oferta de 7 millones de plazas aéreas– han inundado la postal de Eivissa de optimismo.

Sin embargo, el engorro que entrañan las obras del muelle sur del puerto –previstas para finalizar el 23 de mayo– mantiene expectantes a empresarios y trabajadores del sector, sobre todo en lo que se refiere a las plazas de aparcamiento y al lugar donde desembarcarán los primeros cruceristas del año. Esta es la principal preocupación de la heladera francesa Sophie Celine, muy crítica con que se cobre a los turistas el trayecto en autobús desde el muelle de Botafoch. Tampoco celebra el proyecto de la Autoridad Portuaria el ceramista Alberto Ponce al entender que el nuevo puerto «sólo atraerá a la elite y a los yates de lujo».

La santanderina Paloma Pombo, que regenta ‘Piedras’, afronta su tercer año en la isla «con muy buenas expectativas», pero observa con recelo la falta de aparcamiento en la zona: «Me han dicho que el tema está paralizado y es un problema porque la gente se las ve y se las desea para encontrar aparcamiento, y eso a los comerciantes nos afecta directamente». No obstante, comparte la idea de su colega Geoffroy Gillieaux, un belga al frente de la tienda de complementos ‘Jeffrey’s’, de que el nuevo puerto revalorizará la zona.

La llegada de los primeros turistas se apreció ayer en La Marina, que ya luce su habitual colorido y trasiego de personas. Para la británica Sally Wristen esta es su primera temporada en el corazón del barrio al frente de un negocio de artículos de regalo, ‘Bite me’ (Muérdeme). «Tengo mucha confianza en esta temporada. Sobre las obras del puerto, es verdad que es un poco feo, pero se necesita paciencia», sostiene.

Pese al contraste de opiniones, todos coinciden en que el buen tiempo estimulará esta Semana Santa la llegada de visitantes al barrio con más encanto de la ciudad. La Marina despierta.