El día del Corpus Christi es la fiesta de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. | DE

Una inmensa multitud de fieles se echó ayer tarde a la calle para disfrutar del día del Corpus Christi en Eivissa. De este modo, los feligreses católicos conmemoraron la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es decir, la popular Festividad del Corpus Christi.

A las 19.00 horas se celebró en la Santa Iglesia Catedral de Dalt Vila la solemne Misa Estacional. Vicente Juan Segura, obispo de Eivissa y Formentera, presidió el oficio litúrgico y concelebró el clero catedralicio con los sacerdotes de las diferentes parroquias de la ciudad. Al oficio asistieron también una veintena de niños y niñas que este año han recibido su Primera Comunión, así como una representación de autoridades civiles y mandos de la Comandancia de Marina.

En su intervención, Vicente Juan Segura destacó que «en la celebración de la Festividad del Corpus Christi podemos sentir que la figura de Jesucristo está presente verdadera y sustancialmente entre todos nosostros». «Esta fiesta nos ayuda a los cristianos a estar cada vez más convencidos de que la Eucaristía es el Misterio que hace realidad la presencia de Dios. Es el sacrificio de Jesucristo como alabanza de Dios y para expiar nuestros pecados».

Al concluir el oficio religioso, el ostensorio con la hostia consagrada inició una solemne procesión eucarística con el Señor Sacramentado, descendiendo por las calles de Dalt Vila hasta llegar a la parroquia del Salvador de la Marina (Sant Telm). Durante el recorrido, la Sagrada Custodia, obra de un orfebre mallorquín anónimo, datada en 1444 y que se considera una de las más antiguas de España y de Europa, realizó varias paradas en los distintos altares que las parroquias de Eivissa instalaron y ornamentaron para tan señalada ocasión.

El paso procesional con la Sagrada Custodia bajo palio fue portado a hombros en su recorrido por Dalt Vila por los presidentes y delegados de las siete cofradías de la ciudad de Eivissa y estuvo acompañado, en todo momento, por los alegres sones de las marchas litúrgicas que interpretó la Banda de Música del Cristo Yacente.