Los ojos le brillan de una manera especial al pensar en lo poco que queda para ver de nuevo a Brahim, el niño saharaui que acogió por primera vez el verano pasado. Isabel Muñoz, la coordinadora del programa ‘Vacances en Pau’ en la isla de Eivissa, es también, junto a su familia, voluntaria en este proyecto humanitario que quiere buscar un hogar de acogida a un total de 11 niños saharauis en Pitiüses (100 en Balears) para este verano.

En la isla de Eivissa, el programa Vacances en Pau «se reprendió el verano pasado, después de 10 años sin llevarse a cabo», aseguró la coordinadora local del proyecto. La de Isabel es sólo una de las seis familias que este año repiten después de la experiencia del año pasado: «sólo una pareja de las del año pasado no repite, aunque la niña sí que volverá con otra familia». La cifra de familias aptas se ampliará en relación al 2014, ya que a estas familias se deben sumar otras cuatro que han recibido el visto bueno de la asociación para poder acoger un niño saharaui los meses de julio y agosto.

El programa ‘Vacances en Pau’ quiere sensibilizar a la población sobre el conflicto del Sáhara Occidental, que se remonta a 1975, cuando Marruecos invadió el territorio, que hasta ese momento era colonia española. Pese a las resoluciones de la ONU, el Sáhara Occidental continua ocupado militarmente y una gran parte de la población malvive en Campamentos de Refugiados. Es precisamente de estos campamentos, ubicados en el desierto de Algeria, de donde proceden los niños, de entre 10 y 12 años, que participan en este proyecto humanitario.

Objetivos

El programa de acogida permite «un control sanitario» y que los pequeños puedan salir de los campamentos, donde, en verano «la temperatura puede llegar a los 50 grados». Una vez en la isla, la asociación organizará citas con el pediatra, con el dentista y el oftalmólogo, para que, los niños que lo necesiten, «se puedan arreglar las caries y se puedan ir con unas gafas». Además de una visita institucional, también se organizarán actividades «más lúdicas», para que las familias de acogida «compartan su experiencia y los chicos se puedan relacionar». Desde la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, también se ha conseguido la colaboración de los ayuntamientos, que ofrecerán «clases de natación y escuelas de verano gratuitas» para estos niños.

Tanto las familias como los niños, que hablan castellano, deberán pasar por un proceso de adaptación, ya que, según Isabel Muñoz, «todos son musulmanes y no comen cerdo y además, muchos de ellos, no han visto nunca un grifo y nunca han estado en un supermercado», aseguró Muñoz, entre risas, al recordar lo que le gustó a Brahim la escalera mecánica del Mercadona.