«Estoy bebiendo mucha agua y como más platos fríos», dice Nieves Roselló Guasch, que no se separa de sus botellines de agua en todo el día. Esta vivaracha octogenaria, una de las usuarias de la campaña Ola de Calor de Cruz Roja, no recuerda un verano tan caluroso como éste. En el comedor de su casa en la ciudad de Eivissa un gran ventilador apacigua la entrada de calor pero lo que mitiga las altas temperaturas es, sobre todo, las corrientes de aire fresco de la vivienda. Ella es una de las 700 personas de Eivissa, aproximadamente, a las que Cruz Roja facilita información en verano para combatir la ola de calor, ya que los mayores son los más vulnerables a los efectos del calor.

‘Sister’ es el nombre que utiliza una de las voluntarias de Cruz Roja para llamar a los usuarios del programa. Hace una veintena de llamas diarias. «Les hacemos un seguimiento porque las personas mayores tienen poca capacidad resolutiva», explica. Así, consejos tan útiles como estar a la sombra, beber agua poco a poco, que utilicen sombreros, que se tapen el cuello, que las comidas sean ligeras y controlar la medicación cuando suben las temperaturas forman parte de los consejos diarios que ofrecen cada día los voluntarios de la campaña. «La gente es muy agradecida y le gusta mucho que se acuerden de ellos. Acabas teniendo una relación muy particular y más personal», dice ‘Sister’. Uno de los requisitos de los voluntarios es que manejen con soltura las dos lenguas ya que muchos mayores se expresan con más soltura en ibicenco. Los voluntarios, un total de cuatro, se encargan de realizar estas llamadas en las que se detectan incluso posibles necesidades. «Llamo cada semana o cada diez días», dice.

«Llamamos a los socios de Cruz Roja, a los usuarios de teleasistencia, donde detectamos que hay personas mayores y también facilitamos información en los centros de día y y residencias», dice el presidente de Cruz Roja, Enrique Climent, que calcula que llega a unas 600 o 700 personas. Cruz Roja dispone de un teléfono de información gratuita 900222299 para atender las consultas y resolver las dudas que tengan.

Nieves es una de las usuarias del servicio de teleasistencia de Cruz Roja desde que falleció su marido en 2005 y desde entonces vive sola. Al cuello lleva una cadena con un botón de emergencia, «la medalla», de la que no se separa. «Es un gran alivio. Está muy bien el servicio», comenta su hija Isabel Barberá. La única queja de Nieves «es que no me sacan de excursión, ni me llevan a la playa», dice, entre risas, esta mujer.

Centenarios

No bajan de ochenta años la mayoría de los usuarios de la residencia de Cas Serres que cuenta incluso con dos centenarios y bastantes internos que superan los 95 años.

En la residencia asistida de Cas Serres disponen de aire acondicionado desde mayo. «Tenemos la casa sorprendentemente tranquila. Cuando llegaba agosto teníamos que estar más pendientes que nunca por las temperaturas elevadas y era una situación difícil porque los pacientes mayores no tienen tanta sensibilidad al calor sino al frío, son frioleros por naturaleza. Algunos de los pacientes no tenían sensación de calor y el personal estaba desbordado por el calor», recuerda la directora de Cas Serres, María José Marí. Una solución temporal eran los ventiladores, «pero no es nada bueno, está contraindicado en los hospitales pero nos vimos en situaciones que teníamos que ponerlos». De hecho, con los ventiladores «teníamos más complicaciones respiratorias que no ahora». Reconoce que el aire acondicionado es «un beneficio enorme porque se puede trabajar de una manera más relajada y hay una incidencia mucho menor de problemas respiratorios, que nos estaba creando la otra situación».

En Cas Serres también tienen en cuenta la alimentación en verano y los gazpachos y las gelatinas no faltan. «Utilizamos más las gelatinas, en verano sustituimos muchas veces los vasos de agua por gelatinas porque parece que les atrae más y los mayores no tienen tanto apetito». Las dietas se adaptan al verano: se cambian sopas por cremas frías y se sustituyen platos de cuchara por los de ensalada. «Todo ha de estar muy picada porque a los mayores les cuesta masticar, No es lo que más les gusta, le gusta más la cuchara y los platos calientes, pero hay que fomentar este tipo de alimentos», apunta la directora de Cas Serres.

Sombreros y protección

Los talleres en el jardín de la residencia se hacen por la tarde y «se les recomienda ponerse sombrero e ir protegidos contra el sol, la verdad es que no hay ningún problema, no tenemos a ningún paciente deshidratado, están todos controlados. Somos unos privilegiados».

Bien diferente es la situación en la residencia de Can Blai de Santa Eulària que ha pasado un mes de julio, mucho más caluroso de lo habitual, sin aire acondicionado. Maria del Carmen Segura, familiar de un paciente ingresado en Can Blai, relata las dificultades que han atravesado. «Lo han pasado muy mal. Hace un calor terrible, está dando el sol todo el día. El comedor tiene una cristalera y no podían estar allí. Ahora parece que lo están solucionando. Todos estaban muy nerviosos porque la medicación les aumenta la sensación de calor. Los empleados estaban muy mal al tener que trabajar en esas condiciones». En el caso de pacientes postrados en la cama, como el familiar de Segura, la situación era peor al estar postrado en la cama, «no se podía ni abanicar porque tiene paralizada la parte derecha del cuerpo»,. De hecho, compraron ventiladores para mitigar el calor. No obstante, el Govern ha anunciado que arreglará el aire acondicionado que da problemas desde 2008. «La Conselleria nos ha dicho que lo va a arreglar pero es una obra grande y no va a ser fácil», vaticina.