Los taxis legales plantan cara a los piratas. | David Setbetes

«Cada verano es peor; sentimos frustración, indignación y enfado de ver a esta gente quitándonos el trabajo de manera ilegal», es la frase de un taxista asalariado que podría extrapolarse al sentimiento generalizado del sector del taxi en Eivissa. El problema del intrusismo en el transporte no es nuevo, pero cada verano va a más y, pese a no contar con cifras oficiales (algunos taxistas aseguran que los ilegales son alrededor de 800 cuando la flota legal es de 660 contando las estacionales), esta temporada la sensación es que han aumentado.