Francina Armengol conversa con Pedro Sánchez. | Redacción Local

Las palabras de Germà Gordó en Prada sobre Balears y Valencia han desatado la tempestad en la Meseta y más allá. En teoría han dejado entre la espada y la pared a Francina Armengol y Ximo Puig. «Pero sólo en teoría», afirman fuentes del PSIB. Es cierto que Armengol tendrá que afrontar en las próximas semanas y meses situaciones incómodas y aparentemente contradictorias, pero también es su gran oportunidad de tener más peso y posibilidad de liderazgo en la calle Ferraz, donde Pedro Sánchez y sus escuderos mesetarios «se las ven y se las desean para encontrar argumentos de diálogo con los catalanes», conscientes de que esta es una de las claves para alcanzar el poder en las próximas generales.

«A Francina sí la escuchan en Barcelona». No sólo por ser presidenta de Balears o por su federalismo convencido, sino también por su perfecto catalán, el ser devota lectora de Salvador Espriu y por su óptica periférica y diferenciada que le permite comprender el problema. «Francina ha aprendido catalanismo cultural desde la cuna», dicen fuentes socialistas. Su padre, Jaume, que fue alcalde de Inca, trabajó en los años 60 en la Enciclopèdia Catalana y sus raíces familiares se adentran en lo más profundo de la política catalana del siglo pasado. Un tío abuelo suyo ingresó en la masonería junto a Lluis Comanys y llegó a ser gran maestre de esta organización en la Barcelona en guerra. Luego conoció el exilio en París. Otro tío abuelo asumió el gobierno militar de Girona durante el conflicto. A su cargo estaba la delicada frontera con Francia. El pasado familiar de Armengol es parte de la historia catalana, no en puestos de repercusión mediática, pero sí de notable responsabilidad e influencia en aquellas horas críticas.

El conocimiento que tiene Francina de Catalunya «le es de una enorme utilidad a Pedro Sánchez, si es capaz de comprender que las comunidades catalanoparlantes son las más perjudicadas por el sistema de financiación autonómico y que objetivamente necesitan formar un frente común para defender sus intereses para mejorar su capacidad de desarrollo desde una perspectiva social y de defensa del Estado del Bienestar». Este frente común «sería integrador dentro del Estado y no disgregador. Es la apuesta por un nuevo modelo de convivencia basado en el respeto a la periferia, a sus profundos elementos diferenciados y se aleja del uniformismo cegato que defiende el PP».

Lo importante es que «Sánchez comprenda que las palabras de Gordó en Prada también podrían tomarse como un guiño dirigido a la izquierda española para que sepa posicionarse respecto al nuevo modelo de Estado».

«Si el secretario general del PSOE sabe ponerse a su lado a Armengol y Puig y asumir su visión de la realidad, puede abrirse un camino de diálogo con el Principat. Por contra el tam-tam anticatalanista del PP de Madrid se ha convertido en una fábrica de independentistas», comentan estas fuentes.

Corresponde a Armengol dar el paso para que Sánchez le otorgue «mucho más peso negociador e ideológico. Lo que está en juego es enorme y desde Madrid no pueden cometerse más errores de desprecio e incluso chulería hacia los nacionalistas catalanes. Hacen falta dirigentes con la mano tendida y con un importante bagaje cultural e ideológico a sus espaldas. Esa es la carta que ha de jugar Francina».