Tú confía en mí, soy una persona muy influyente y si gano yo ganamos todos».

Intentas responder que no lo dudas, ser educado y no ponerte a la defensiva, pero el carácter apabullante, prepotente y carente de modestia y de modales de tu interlocutor te lo impide. No sabes cómo responder. No quieres ser grosero, ni maleducado, ni poner en duda el rancio o nuevo abolengo de tu interlocutor, pero la realidad es que eres un pequeño empresario con mucho trabajo, muchos gastos, demasiados impuestos y dolores de cabeza, poco tiempo y menos paciencia y estás cansado de piratas, fantasmas y demás personajes dispuestos a venderte sus cuentos de humo y sin hojas.

Todos ven en Ibiza un cofre del tesoro. Creen que solo con venir aquí, montar su negocio y usar nuestra isla como reclamo van a forrarse en una temporada, y la realidad es que la mayoría termina saliendo por patas a los pocos meses de asegurarnos que la suya era la mejor apuesta que podías hacer, con una mano delante y muchas facturas sin pagar detrás.

De esto saben mucho proveedores de todo tipo: imprentas, empresas de menaje, decoración, floristerías, alimentación, vinos, agencias de comunicación, medios de comunicación, hoteles y un sinfín de honrados y sufridos negocios de nuestra amada isla que vemos como estos caraduras entran y salen a su antojo de nuestras vidas, haciéndose las víctimas porque la isla no les han entendido y aprovechándose de un sistema jurídico que nos desampara y les da cobijo.

Lo triste de esta situación es que los candorosos que creemos en los demás y que abogamos por dar oportunidades a todo el mundo nos volvemos recelosos y terminan pagando justos por pecadores. Lo más trágico es que una vez que aprendes a decir que no a quienes «no pueden» o no quieren pagarte por adelantado tus servicios, te refutas en que es lo mejor que has podido hacer. Nosotros abonamos siempre lo que adquirimos al momento y tenemos que soportar que estos ejemplares nos cuestionen las causas por las que deberían hacer lo mismo.

Mientras todo esto ocurre, denunciar a un moroso es hoy en día un argumento de ‘Misión Imposible’. Se trata de una raza que conoce a la perfección las triquiñuelas legislativas para torear los requerimientos que les instan a hacerlo. Son gente que se pasea con sus cochazos, relojazos, modelazos y demás hachazos para tu vista, sin pudor, mientras que declara no tener bienes para responder a sus deudas, que son las tuyas, y cada día las de más gente.

A este hecho se suma que para poder denunciarlos tienes que ser tú quien haga frente a las tasas y costes del abogado y procurador que te lleve el caso. Los caraduras lo saben y así se aseguran que la mayoría de las víctimas que dejan por el camino desistirán finalmente y como mucho podrán reclamar el IVA de ls facturas que ya adelantaron y que nunca vieron la luz en sus cuentas bancarias. En la mayoría de los casos hablamos de ejemplares invasores procedentes de Argentina, Francia o Inglaterra, aunque también los tenemos nacionales y autóctonos.

Otra manera de desenmascararlos es que no se sonrojan cuando te ven por la calle, incluso te saludan sin pudor, y se jactan en los bares de copas de pagar cuando les da la gana y de no hacerlo por no haber conseguido sus fines. En esencia, si organizan un sarao en Ibiza y no les salen los números, todos los cabeza de turco a los que implicaron en su ejecución pagarán con su sudor su falta de suerte, pericia o paciencia. Explicarles de manera coherente que la inversión era suya o no tuya, como del mismo modo tampoco habría repartido sus beneficios en caso de obtenerlos, es como hacerlo con una pared.

La realidad es que somos muchos los empresarios que llevamos muchos años trabajando en Ibiza, cubriendo gastos, invirtiendo nuestros ahorros personales cuando no llegamos y trabajando 12 horas al día de lunes a domingo con una sonrisa pintada en la cara y la esperanza de tener vida algún día. Y somos nosotros los que tenemos que soportar que estos sátrapas nos amenacen con sus argucias y nos insulten por no confiar en sus trucos de trileros. Si usted está sonriendo ahora mismo con ironía al leer este artículo, sabrá bien de qué le hablo.

En fin, menos mal que ha llegado el otoño y que dentro de poco las discotecas cerrarán el chiringuito y con ellas los timos de quienes no volverán a pisar las Pitiusas. Eso sí, es más que probable que además de ladrones osen difamarnos en su tierra afirmando que El Dorado era una quimera y es una pena que desaparezcan del mapa sin aprender nada de la maravillosa energía y gente de Ibiza y Formentera, la verdadera riqueza y valor de nuestras islas y la razón por la que todo el mundo habla de nosotros allende los mares.

Vinieron hipnotizados por un brillo que creyeron de oro sin darse cuenta de que era la luz que reflejaba nuestro verdadero tesoro. Adiós caraduras, hasta siempre, no volváis y, sobre todo, gracias por enseñarnos a ser más listos, un poco más malos, y mejores empresarios. Recuerden: el karma existe. Feliz domingo.