Portos es un perro Bretón, su caso es el más trágico de la perrera municipal de sa Coma. Portos entró con su padre y con una hermana en la perrera, tanto su padre como su hermana fueron adoptados hace cuatro años, pero él aún continúa en Sa Coma. Su dueño murió en un accidente de moto, y los tres perros llegaron con mucho miedo al recinto municipal. Los trajeron la familia del dueño fallecido y salieron todos adoptados, excepto Portos. Según explica el personal de Sa Coma, Portos ha cambiado mucho de carácter, ya no tiene miedo «y en el momento que lo acaricias y lo sacas un par de veces a pasear ya te has ganado su cariño», explican. Se nota que Portos es miedoso porque evita mirar a los ojos de la gente que no conoce.

Como Portos, en Sa Coma hay 84 perros más esperando ser adoptados y encontrar un hogar. Desde hace tres años y medio en Sa Coma ya no se sacrifica ningún animal y esto ha hecho aumentar mucho la población; tanto, que este último mes han tenido que improvisar un cerco para alojar a la última remesa. El mes de septiembre ha sido trágico en este aspecto, han recibido 52 canes cuando la media por mes suele ser de entre 30 y 40 ejemplares.

Gracias a los voluntarios, los perros salen cada día a pasear, los lunes, miércoles y jueves de 9.00 a 11.00 horas, y los martes y jueves de 18.00 a 19.15 horas. También el primer sábado de cada mes de 9.00 a 11.00 horas. Sa Coma, aparte de la ayuda municipal, se aguanta gracias a los voluntarios que regalan enseres útiles para los canes y gatos que hay alojados, los sacan a pasear o les pagan tratamientos de forma totalmente altruista. Son muchos los canes que llegan con traumas debido al maltrato sufrido y gracias al trabajo y a la constancia de los trabajadores y voluntarios consiguen que estos fieles animales recuperen las ganas de vivir y conozcan de nuevo lo que es el cariño.

Licencia para pasear

Uno de los graves problemas que hay en la perrera es que muchos de los perros son razas de presa llamados ‘PPP’ (Perros Potencialmente Peligrosos). De los perros abandonados hay muchos de este tipo de razas y para poder adoptarlos o simplemente pasearlos se necesita una licencia especial de tenencia de perros peligrosos.

Cuando llega la hora del paseo hay pocos voluntarios que tengan dicha licencia. Una de las voluntarias con dicha licencia es Gema López. Ella está haciendo un trabajo excelente con estos perros, no hay día que se vaya sin pasearlos a todos, y cuando está de vacaciones va cada día a Sa Coma a sacarlos.

Lo que más se solicita en adopción son cachorros y perros pequeños pero ahora, según cuenta Miguel Quiñones, veterinario de la perrera, «con los robos que hay se piden muchos perros grandes para hacer de guardianes».

También hay perros que están en casas de acogida, «son perros que tienen dificultades para comer porque son recién nacidos y hay que estar muy pendientes de ellos», comenta una de las trabajadoras del centro animal. «Son casas de voluntarios, les damos la comida y la cestita y todo lo que necesita el perro, se lo llevan a sus casas y ellos los cuidan hasta que encontramos una adopción. Ahora hay cinco pequeños en casa de acogida y dos de un mes y medio que ya tienen adoptantes», explica.

Claudia y la leishmaniosis

Otro caso terrible es el de Claudia (arriba). Llegó con una leishmaniosis muy avanzada, tenía toda la cara en carne viva y las patas llenas de llagas. Tras darle el tratamiento correspondiente se ha recuperado muy bien y ya no parece una perrita enferma. Claudia tiene tres años y hace uno que está en el centro, la trajeron unas personas que la encontraron por la calle.

En caso de querer adoptar un animal, ya sea perro o gato, el adoptante tiene 15 días para devolverlo, en caso de que no se adapten el uno al otro, «no tendrían que pagar la renuncia del animal que cuesta 50 euros, pero no se les devolvería el dinero de la adopción», nos explica una de las trabajadoras. Los animales adoptados llevan chip, pasaporte, vacunas y están esterilizados, por ellos hay que pagar 75 euros, y si son cachorros y aún no tiene la vacuna de la rabia 63 euros, pero al cabo de 8 meses hay que llevarlos a esterilizar. Todos los animales de Sa Coma son esterilizados para evitar que aumente la población.