El peruano, cantante y compositor, Carlos Cabrera vuelve a estar estos días de actualidad gracias al reciente concierto en el que se rindió tributo a su figura en Las Dalias. Más de cuarenta músicos de todo el mundo se rindieron ante la figura de este veterano músico de 82 años que fue uno de los creadores del mítico grupo Los Wawanco y considerado por los expertos como «una personalidad clave en la historia de la música». No en vano, más allá de este grupo argentino, con el que grabó 33 LP y vendió más de dos millones de discos, ha tenido una prolífica carrera como compositor desde que echó raíces en Barcelona componiendo para infinidad de artistas y actuando con su banda Los Macondo con Joan Manuel Serrat o Peret. Sin embargo, su paso por la sala Sa Tanca de Eivissa a principios de los ochenta le marcó tanto que decidió echar raíces y quedarse para siempre con nosotros. Aquí, regenta un puesto de artesanía en el paseo de S’Alamera de Santa Eulària, vive en una casa en el campo y prepara un nuevo disco. Pero sobre todo, es una persona sumamente querida y estimada.

—¿Ya se ha recuperado de la experiencia del concierto?

—[risas]. Pues sí. Fue una experiencia maravillosa en la que se juntaron una gran cantidad de amigos y musicos que no conocía. No me lo esperaba en absoluto y no lo olvidaré nunca.

—Más de cuarenta artistas acudieron a la llamada. No muchos cantantes pueden presumir de tal homenaje...

—La verdad que sí. Pero no solo agradezco a los presentes en Las Dalias sino también a los ausentes, a todos aquellos que a pesar de estar lejos de mí fueron capaces de levantar el teléfono, marcar mi número y llamarme. Que eso en los tiempos que corren es algo a lo que no estamos acostumbrados.

—¿Se esperaba algo así?

—Hombre, sabía algo de lo que se tramaba porque mi buen amigo Hugo Gamboa llegó un día a mi casa y me dijo «no sé si te vas a enfadar, pero te estoy preparando un homenaje en Las Dalias, así que aunque refunfuñes tomátelo como un cumpleaños». Pero de ahí, a la que se montó, con tanta gente participando... fue increíble. Menudo trabajo ha hecho mi gran amigo Hugo.

—Además, en el concierto participó y demostró estar en muy buena forma...

—[risas]. Por supuesto. Estoy un poco fastidiado por la ciática durante estos días, pero sigo igual de bien de cabeza y por eso no dudo en animarme con quien me lo pide. Además, estoy preparando un nuevo disco con temas inspirados en Eivissa, que verá la luz dentro de poco, así que hay que estar en forma.

—¿Un nuevo disco? ¿Será el segundo que graba aquí?

—Sí, en 2011 presenté El loco del callao, un trabajo que incluía catorce temas que plasmaban los ritmos de la música tradicional de la zona costera de Perú. Ahora, será todo muy diferente.

—¿Y qué le inspira Eivissa?

—Muchas cosas. Es un lugar maravilloso para vivir, sobre todo en invierno, cuando hay menos gente. Además de mi puesto el paseo de S’Alamera de Santa Eulària saco bastante inspiración. Por delante de mí veo mucha gente pasar, cada uno con sus vidas.

—¿Nos puede adelantar algo?

—[risas]. Bueno, por ejemplo, uno de los temas comenzará así: «Flor de pinar prendida sobre el ojal de una solapa del mar mediterráneo».

—Eso suena muy bonito. Pero no me negará que ha cambiado mucho la isla desde que llegó...

—Por supuesto. Yo llegué a la isla en 1978 y todo era mucho más diferente. Era más bohemio y más romántico. Siempre digo en plan de broma que cuando pongan un semáforo en Santa Eulària me iré de la isla. El caso es que están construyendo mucho y mal. Al paso que vamos, nos quedaremos sin playas ni bosques para los que vivimos aquí y eso no me gusta en absoluto.

—¿Cómo recuerda su llegada a la isla?

—Como unos días maravillosos. Nosotros veníamos de tener mucho éxito en Sudamérica con nuestras canciones sobre la Amazonia y entonces nos propusieron venir a grabar a Madrid. Incluso, Sergio, el del dúo Sergio y Estíbaliz nos iba a ceder su estudio para que grabáramos. Pero al final teníamos tantas ganas de venir que finalmente no hicimos nada.

—Pero me imagino que habría algo más...

—[risas] Bueno también influyó otra cosa. Cuando en 1978 estábamos en Granada actuando en la sala La Garnacha nos pusimos en contacto con La Peña 4, la más emblemática de Madrid, quien tras escuchar nuestros temas nos propusieron una serie de actuaciones en la capital de España. El caso es que ellos lo organizaron todo muy bien para nuestra primera actuación pero aquel día tuvimos la mala suerte de que alguien también programara el estreno de Su canción, el single con el que mi paisana Betty Missiego iba a representar a España en Eurovisión al año siguiente. El caso es que a nosotros no vino casi nadie a vernos y nosotros nos desanimamos y nos vinimos a Eivissa. Mala suerte o tal vez el destino.

—¿No fue un cambio brutal su llegada a la isla?

—Al principio. Sin embargo rápidamente me integré y me quedé para siempre, puesto que aquí encontré la tranquilidad que tanto ansiaba y que no había tenido hasta entonces. Eso sí, seguí tocando para amigos, sobre todo en Sa Tanca.

—¿Y no sintió nostalgia de los años de Los Wawankó?

—En algún momento. Piense que fuimos un grupo que dejamos huella grabando 32 discos y consiguiendo más de dos millones de discos. Pero todo aquello pasó, fue una época muy bonita, pero todo pasó.

—¿Se imagina si hubieran tenido a su alcance todos los medios que hay ahora?

—[risas]. Creo que si hubieran existido las redes sociales, los ipad o los itunes posiblemente hubiéramos reventado el mercado. Se nos hubiera ido de las manos. Además, nos hubiera ayudado que todo vuelve y seguramente volveríamos a estar de moda.

—Y la última. ¿Cómo le sienta cuando alguien le dice que usted fue un referente en el mundo de la música?

—Bueno, me sorprende. Los hay y los habrá mucho mejores que yo. Eso sí, supone una motivación para seguir trabajando más intensamente y seguir cuidándome. Aún me quedan años por delante.

Los Wawancó un grupo mítico

El nombre de Wawancó procede del vocablo afrocubano guaguancó proveniente del dialecto ñañigo del oriente de Cuba y que significa ‘fiesta familiar... alegría familiar’. Y así se llamaron los seis jóvenes universitarios llegados a Argentina para estudiar Medicina a mediados de los años 50, Mario Castellón, Sergio Solar, Hernán Rojas, Enrique Salazar, Rafael Aedo y Carlos Cabrera. Luego se unió el único argentino en aquella época, el pianista y compositor Miguel Loubet, coautor de muchos de sus temas.

Fueron, los pioneros de la cumbia en la Argentina y los creadores de un estilo de baile que los argentinos hicieron propio. Tras su primer éxito en 1955, durante todo este tiempo han dejado multitud de éxitos como La Pollera Colorá; El pescador; No te vayas corazón; La banda borracha; Atlántico; La casita blanca; La burrita o Los borrachos son ustedes...

Llevan más de 60 años en activo cambiando sus miembros y han grabado 87 long play publicados en discos, cassetes y CDs en toda América Latina, Estados Unidos y Europa.