En 1973, tres años después de su muerte, el Ayuntamiento decidió dedicar a Antoni Costa Ramon una calle en Dalt Vila. La hasta entonces ronda de sa Murada no pudo estar mejor elegida. Une el baluarte de Sant Pere y el de Sant Joan y discurre por encima de la muralla renancentista de la ciudad a la que tantas horas de estudio le dedicó.

Antoni Costa, nacido en Eivissa en 1911, estudió peritaje industrial en Barcelona. A su vuelta a la isla, escribió diferentes artículos sobre la construcción naval ibicenca que permitieron conocer nuestro pasado marítimo.

Pero su obra más extensa e importante data de 1962 y fue La triple muralla de la Ibiza árabe, un trabajo clave para conocer la configuración de la ciudad de Eivissa antes de que se construyeran las murallas renacentistas, cuya construcción comenzó en 1555 bajo el reinado de Felipe II.

Durante toda su trayectoria, Costa buceó en archivos públicos y privados y se trasladó expresamente a Valladolid para revisar el Archivo General de Simancas hasta encontrar dos planos fundamentales de la Vila de Eivissa en el siglo XVI atribuidos a Gianbattista Calvi, el ingeniero italiano que proyectó el nuevo sistema defensivo de Eivissa y su muralla.

Según cuenta la historiadora Fanny Tur, tenía la costumbre de escribir todas las tardes en el salón de su casa familiar del paseo de s’Alamera donde solía recibir a su gran amigo Isidor Macabich, el canónigo archivero de la Catedral d’Eivissa Antoni Costa estudió el trazado de Vila hasta su muerte, que le sorprendió en diciembre de 1969, a los 57 años de edad cuando estaba dedicado a la investigación de las murallas y a la recogida de fichas bibliográficas de las Pitiüses pero también al estudio de los diferentes ensanches de la ciudad que plasmó en La ciutat i la badia d’Eivissa.

Desde la ronda Antoni Costa Ramon podemos observar una magnífica vista de la ciudad que tanto estudió el hombre que lleva su nombre. A sus pies vemos la Plaza del Parque y se atisban edificios históricos como el del hotel Montesol o el teatro Pereyra pero también la zona más nueva de la ciudad. A una parte, la avenida de Espanya y, a la otra, Marina Botafoch y sus modernos edificios de lujo que todavía no estaban construidos cuando Costa murió. Los discípulos del maestro tienen trabajo por delante.