Manuel y María Ester, un nuevo «sí quiero» 75 años después. | Ana Fernández/ Renato Steinmeyer

Ayer por la mañana, en torno a las 12.30 horas, Manuel y María Ester, se daban el «sí quiero» en la iglesia del Puig de Missa de Santa Eulària. Todo indica que podríamos estar ante una boda como las muchas que se celebran anualmente en este emblemático templo de la isla pero ni por asomo. Las dos personas que ayer estaban frente al altar tienen 94 y 95 años y lo hacen en el mismo lugar en el que en 1940, hace 75 años, se casaron por primera y única vez.

Pero vamos por partes que la historia merece ser contada. El inicio de esta apasionante historia de amor comienza hace 75 años cuando en plena Guerra Civil un joven de nombre Manuel es enviado a Eivissa por el Ejército Nacional para hacer frente al desembarco republicano en la zona de Pou d’es Lleó y Sant Josep. Al final, el hecho acabó casi en nada y cuando terminó la contienda, el joven junto a otros dos amigos conoció a tres hermanas, hijas de Joan de Can Guasch, entre las que se encontraba María Ester. Tras unos días y unos meses de verse y hablarse surgió el amor y el flechazo de Cupido fue tan grande que en apenas tres meses se casaron en el Puig de Missa de Santa Eulària.

Sin embargo, tal y como contó ayer a este periódico su hijo mayor, José Manuel Otero Guasch, los primeros años como matrimonio no fueron fáciles. Tras vivir unos meses entre Sant Josep y Santa Eulària, Manuel se marchó dos años a combatir durante la Segunda Guerra Mundial a Rusia como miembro de la División Azul y no pudo ver como su primer hijo venía al mundo en 1941, siendo «el primer bebé que nació en la Clínica Madrileña de la avenida Ignasi Wallis de Eivissa y que todo el mundo conocía como Ca n’Alcántara».

Afortunadamente y aunque Manuel regresó sano y salvo «a pesar de combatir en Stalingrado a más de 40 grados bajo cero» la pareja no pudo pasar mucho más tiempo en la isla. Como militar de carrera la familia fue destinada a distintos lugares de España como Huesca, Barbastro, Ponferrada, Larache, Madrid y finalmente a Figueras y Barcelona, donde pasaron el resto de su vida y donde nacieron sus tres siguientes hijos, Emilia en 1949, Charo en 1957 y el menor, Lolo, en 1965.

Según explicó ayer el mayor de los vástagos, Manuel es un hombre «íntegro y honrado» que fue Comandante del Ejército Español y «que podría haber llegado a mucho más si no hubiera sacrificado parte de su carrera militar para cuidar a su hijo pequeño aquejado de una enfermedad». Lo cierto es que en los archivos militares ha quedado registrado su renuncia a ascensos y a traslados para ingresar en la Policía Nacional y así poder quedarse en Barcelona. Aún así, su carrera no se estancó, ya que sus méritos profesionales y su carisma personal le llevaron a convertirse en jefe de la Policía Nacional de Lleida y Valencia.

Pero como suele suceder en la mayoría de los casos, detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Este es el caso de María Ester Guasch Zúñiga. Siempre fue ama de casa pero según sus hijos «fue la que sostuvo a la familia con voluntad de hierro cuando su marido pasaba muchas horas fuera o se ausentaba por motivos laborales». Además, esta mujer de sonrisa contagiosa, «siempre apoyó a su marido en cada uno de los destinos, cuidándole y queriéndole como el primer día en que le vio». Y actualmente, a sus 95 años de edad, y tras haber engendrado cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres, se encuentra en una buena forma «envidiable» como demostró accediendo de la mano de su hijo a la iglesia con bonito vestido negro y rosa.

«La idea salió de ellos»

La idea de venir a Eivissa a repetir la ceremonia de su boda 75 años después partió de Manuel y María Ester. Normalmente residen en Barcelona y allí realizaron la celebración del medio siglo de casados pero en esta ocasión querían que todo fuera especial. Según explicó José Manuel, el único de los hijos que reside en Eivissa puesto que es el dueño del restaurante 4 Pinos de Santa Eulària y porque está casado con la ibicenca Maruja Marí Ferrer, la intención era celebrarlo en Barcelona pero ante la insistencia «hemos tenido que perder los pasajes».

Y dicho y hecho. Ayer por la mañana, Manuel y María Esther, igual de guapos y elegantes que en 1940 se volvieron a dar el sí quiero en el Puig de Missa de Santa Eulària. Junto a ellos una gran expectación, y toda su familia. Una familia orgullosa y feliz por ver como estos dos «tortolitos» se intercambiaban los anillos y se daban un precioso beso. ¡¡Felicidades!!