Vicent Roig Tur es de esas personas que difícilmente pierde la sonrisa y el buen humor. Nuestra primera Sardina Negra del 2016 es uno de los miembros más activos de la oposición en el Consell d’Eivissa, tanto en persona como en las redes sociales, y hasta hace pocos meses fue el responsable de Industria, Comercio y Nuevas Tecnologías con el gobierno de Vicent Serra. Pitiuso de pura cepa – puede presumir de tener más de ocho apellidos ibicencos – este joven que roza la cuarentena, seguidor de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, «de los rincones y la cultura de Eivissa», y de las lentejas y macarrones que hace su madre, es un hombre sencillo y campechano.

De hecho tardó menos de cinco minutos en darnos su conformidad para la entrevista y pasar la prueba que supone ser Sardina Negra. Nos ofreció dos lugares para las fotografías, el varadero de su familia junto a la Torre de sa Sal Rossa, al extremo sur de Platja d’en Bossa, o la plaza de la iglesia de Sant Jordi, el pueblo donde nació, vivió su infancia y al que se siente más apegado personalmente. Finalmente, el tiempo nublado hizo decantarnos por el segundo lugar y allí Roig hizo gala de su simpatía subiéndose incluso en los juegos infantiles de un parque cercano.

Vestido con jersey verde, camisa blanca, pantalón vaquero y abrigo negro, el conseller habló de su infancia, de una joya familiar en forma de llaüt, de sus tiempos en el colegio Virgen de las Nieves de Sant Jordi, de sus aficiones, de su labor profesional en empresas privadas, de su estancia en Madrid, de sus referentes en la vida, y por supuesto de la Pasarela Adlib, a la que «gracias a un gran equipo» – como él repite una y otra vez – ha levantado para convertirla en uno de los referentes en la moda a nivel mundial y nacional. En fin que, como siempre, una charla con Vicent Roig es un rato ameno, divertido y salpicado de una y mil anécdotas.

—Dos lugares para la foto. Esto no suele ser normal. ¿Por qué Sant Jordi?

—(risas). Porque es mi parroquia, el pueblo que me vio nacer, crecer y donde he vivido algunos de los mejores años de mi infancia. Además los alrededores de la iglesia son muy especiales porque aquí he jugado, he reído y he llorado también.

—Veo que está muy apegado...

—Por supuesto. Me he criado en Sa Carroca y desde los tres años comencé en el colegio Virgen de las Nieves de Sant Jordi y aunque luego perdí algo de contacto con mis compañeros aquí está la mayor parte de mi vida hasta el momento.

—El otro lugar era un varadero junto a la Torre de sa Sal Rossa, en Platja d’en Bossa. ¿Por qué?

—Porque puedo presumir de ser la cuarta generación que ha disfrutado de ese varadero. Mi abuelo Vicent Malacosta lo heredó de mi padre y ahí empezó todo. Siempre ha sido el punto de reunión de la familia los fines de semana hasta que comenzamos a trabajar en el turismo y la actividad de la pesca y el campo quedó en un pequeño segundo plano. Aún recuerdo como si fuera ayer cuando íbamos los domingos, mi padre y mi tío iban por la mañana a pescar y a mediodía todos juntos no comíamos lo que traían. Era increíble.

—Tengo entendido que el varadero guarda una joya, digna de museo...

—(risas) La verdad que sí. Es un llaüt que se llama Malacosta. Lo construyeron en Cas Sac mi abuelo y Cires de Sant Mateu y se mantiene en perfecto estado. No se puede imaginar la de veces que ha surcado las aguas del mar Mediterráneo.

—¿De su padre y su abuelo heredó su pasión por el mar?

—Si hablamos de pescar no mucho aunque me hubiera encantado gustado pero si me transmitieron su amor por el mar de otra manera, centrado en el respeto y en la necesidad de cuidarlo porque es una de las mayores joyas que tenemos.

—Hablando de ibicenco. Usted es de esos que tienen un árbol genealógico casi puro...

—(risas). Casi casi. Puedo presumir de tener más de ocho apellidos ibicencos pero también un bisabuelo de mi madre que tenía un apellido mallorquín. Es el que mancha un poco una trayectoria intachable (risas)

—¿Cómo era Vicent Roig de pequeño?

—Pues normal. Fui el pequeño de una pareja de hermanos que no era revoltoso y que aprendía más escuchando una lección oral que leyendo apuntes. Eso sí, desde bien joven he defendido con vehemencia los valores en los que creía y he sido coherente conmigo mismo.

—¿Cómo se llevaba con su hermana mayor? ¿Era de los que se peleaba constantemente como otros hermanos?

—(risas). No. Con ella me llevo año y medio y siempre he tenido una gran relación. De hecho me ha protegido mucho. Incluso ahora siempre está ahí para darme algo de comer cuando mi nevera está vacía. Y es que para un soltero siempre es muy importante tener un plato caliente a mano.

—¿Por qué estudió turismo?

—Porque es mi pasión. Vengo de una familia que se ha dedicado al sector durante muchos años ya que mi padre y mi tío pusieron en marcha unos apartamentos turísticos.

—Hasta que llegó a ser conseller trabajó en la empresa privada. Su curriculum es sencillamente envidiable.

—Gracias. He tenido la fortuna de tener oportunidades en empresas importantes como Viajes Ibiza, Viajes Carol, Autos Bravo o Betacar y además nunca he tenido problemas en trabajar en otras cosas como, por ejemplo, ser camarero en pubs como El desván.

—Incluso se fue a Madrid a trabajar y, nos ha dicho un pajarito, que allí estaba tan a gusto que no quería volver...

—(risas) Sí, cuando trabaja con Joan Colomar en Betacar me llamaron de El Corte Inglés de Madrid para trabajar en su mayorista Tourmundial y me fui porque era una gran oportunidad. Estuve seis meses trabajando allí y cuando mejor me lo pasaba y más integrado estaba me ofrecieron llevar la primera oficina de Viajes El Corte Inglés en Eivissa. Me costó mucho decidirme pero al final me tiró más mi tierra, mi gente y mis amigos y volví. Y no me arrepiento.

—¿Y la política? ¿Cómo le picó el gusanillo?

—Fue durante unos cursos de verano que organizaba el Doctor Piña, rector de la Universidad Internacional del Mediterráneo, en los que participan ponentes de gran nivel. Desde siempre he tenido mis convicciones muy claras y por eso, con 18 años y un día, me afilié al Partido Popular. Desde entonces, he sido muy activo formando parte de la primera junta directiva insular de Nuevas Generaciones y sin fallar en ninguna de las elecciones como interventor o apoderado.

—Y de ahí a conseller...

—Pues sí, gracias a una llamada de Vicent Serra que me animó para que fuera con el número 5 en la lista. También influyó mucho en mi decisión Quique Galcerán, representante de Sant Josep, quien me animó a formar parte de esa candidatura.

—Hay quien dice que como conseller de Industria, Comercio y Nuevas Tecnologías cambió la forma de hacer política por su cercanía. ¿Muchos deberían aprender de usted?

—No creo. Cada uno somos como somos, ni mejores ni peores, sino diferentes. Yo simplemente he seguido siendo lo mismo que cuanto trabajaba en empresas privadas, ni más ni menos. Además siempre he intentado estar cerca de la gente de la calle porque no hay nada mejor y más bonito que defender los intereses de tu gente.

—Lo cierto es que usted revolucionó la Pasarela Adlib. Ahora que cumple 45 años, ¿lo va a echar de menos?

—Un poco porque el ascenso de la marca Adlib y la creación del puesto de controlador de discotecas son dos de las cosas de las que más orgulloso me siento de haber conseguido en el tiempo que estuve en el cargo.

—Y eso que, con la Pasarela Adlib, los inicios no fueron nada fáciles...

—La verdad que no, porque cuando entramos en el Gobierno nos encontramos con una Pasarela Adlib que estaba a punto de desaparecer y eso no podía ser. Así que gracias al apoyo de un equipo excepcional que arrimó el hombro desde el minuto cero conseguimos poner en marcha en apenas unos meses una edición muy digna en Ca Na Xica en Sant Mateu. Y desde ahí todo ha sido crecer hasta estar totalmente consolidada.

—La última, que se celebró en el Recinto Ferial, fue espectácular.

—Pienso que sí y eso que había algunos que no creían en las posibilidades del recinto y tuvo que ser una apuesta completamente personal.

—¿Cómo ha logrado que cada vez nombres más importantes de la moda desfilen en nuestra pasarela?

—Trabajando como una hormiguilla. Ha sido un tiempo de muchas gestiones, sobre todo personales, porque soy de los que piensa que no hay nada mejor que un conseller llame a la puerta personalmente. Incluso, empleé viajes personales para hacer contactos.

—Y las modelos... ¿cómo son?

—La mayoría son más cercanas de lo que nos pensamos. Y eso se debe a lo bien que les tratamos en Eivissa. Hemos conseguido que muchas de ellas quieran venir a desfilar sin cobrar nada o bajando su caché de forma significativa.

—Esos nombres repercuten directamente en la moda de Eivissa. ¿Tienen que estarle muy agradecidos los diseñadores?

—No creo que sea así. Yo me doy por contento viendo como crecen las marcas de los diseñadores de Eivissa. Ese es mi principal objetivo, que la moda que se hace en nuestra isla tenga el reconocimiento que se merece. Y por eso, no me gustaría que este año, con el cambio de gobierno todo se viniera abajo. Sería una pena.

LA PREGUNTA

—¿Su agenda de teléfonos es una de las más solicitadas por sus amigos?

—(risas). Puede ser. Tenga en cuenta que hay empresas que cobran mucho dinero por su agenda de contactos y yo realmente, con el tiempo, he conseguido tener muchos teléfonos juntos. Eso sí, jamás he dado un teléfono sin el consentimiento del protagonista.


EL TEST

Un libro

La colmena de Camilo José Cela

Una película

Furia de titanes

Una serie

Estoy viendo la cuarta temporada Scandal

Un cantante o un grupo

C.C.Catch

Alguien a quien admire

Mi padre

Un color

El amarillo

Un plato de cocina

Las lentejas

Un deporte

El baloncesto

Un lugar de la isla donde perderse

El interior y la costa de Sant Jordi

Un viaje que nunca olvidará

Nueva York

Un objeto fetiche

No tengo

Una manía

La limpieza

Un defecto

No soporto la suciedad y el desorden

Una virtud

Saber escuchar

Un sueño por cumplir

Seguir siendo el mismo y no cambiar