Toni ‘Vedranell’ y Toni ‘Sa Plana’ en el campo de ‘calçots’, en Sant Agustí. | Arguiñe Escandón

Comer calçots en Eivissa está de moda y todo gracias a dos personas, Toni Vedranell y Toni Sa Plana. Socios desde hace cuatro años, el primero cultiva y cocina esta variedad de cebolla catalana junto a la salsa de romesco y el segundo, pone el lugar, su restaurante Can Berri, en Sant Agustí, para comerlos junto a una buena cantidad de carne a la parrilla.

La aventura de ambos con los calçots empezó un día de invierno. «Estábamos aburridos haciendo unas cervecitas y se nos ocurrió hacer algo diferente en los meses de invierno en Eivissa», comentan con una gran sonrisa. Entonces, surgió la idea de sembrar cebollas y hacer una barbacoa de carne con la gente de la isla, y fue todo un éxito. Y desde entonces, la fiebre no ha parado de crecer y los dos Tonis, ya no se aburren en invierno.

Este año han sembrado 1.000 kilos de cebollas y de cada cebolla salen unos 8 o 10 calçots. Vedranell tiene una parada en el mercado de Sant Antoni y una frutería, así que también vende a particulares. Ellos fueron los pioneros, y desde que empezaron a hacer calçotadas, en Eivissa ya son muchos los restaurantes que han tomado ejemplo y también ofrecen estas cebolletas en sus menús. «Lo hemos puesto de moda, porque ahora ya hay muchos sitios que hacen calçots como nosotros», resumió el propietario del mítico Can Berri.

Concretamente, el año pasado este restaurante situado junto a la iglesia de Sant Agustí sirvió «un millar de calçots y esta temporada va por el mismo camino porque están prácticamente todos los domingos reservados, aún quedando alguna plaza para los días 14 y 28 de febrero, y 13 y 27 de marzo».

Según confirmó Toni Sa Plana, la idea de hacerlo en el restaurante «tenía como fin juntar gente de Eivissa, hacer un poco de fiesta comiendo calçots y carne, con música en directo y que fuera algo sencillo y a precios populares para la gente que se queda en la isla durante el invierno». De hecho asegura que «en la primera que hicimos la intención era hacer una pequeña fiesta entre cuatro amigos, con calçots y música, pero al final se nos fue un poco de las manos vino un montón de gente».

Directas desde Lleida

Las cebollas que tiene en Eivissa Toni Vedranell llegan desde Lleida. Después las plantan «a finales de septiembre y crecen en unos tres meses aunque en este año, por culpa de las altas temperaturas, han crecido más rápido». Si no, lo normal es, según el recolector ibicenco «que antes hasta finales de enero no se puedan vender».

Después, ambos expertos aseguran que cocinarlos es una tarea «muy sencilla». «Consiste en vuelta y vuelta encima de unas parrillas en las que parra o pino nos garantizan una gran llama» y luego, una vez terminados, «se empaquetan con papel de periódico para que acaben de cocerse». Además, estas peculiares cebollas se sirven con un secreto, la romesco «elaborada con una base de almendras, avellanas, ñoras, tomate y una poco de pan tostado».

Hasta finales del mes de marzo hay tiempo para disfrutar con la época de calçots en Eivissa. Ese día, el restaurante Can Berri de Sant Agustí cierra temporada con su ya tradicional concurso de calçots donde gana el que más ingiere. Una cita imprescindible en la gastronomía ibicenca.