Hace más de 25 años que se constituyó la Asociación de Apicultores de Eivissa y, desde entonces, su función principal ha sido incentivar el desarrollo integral de la apicultura en todos los campos de la isla. Para ello han promovido cursos de formación técnica y concursos para sus asociados.

Mucho han cambiado, a lo largo de este tiempo, los procedimientos y normativas legales para el gremio de la apicultura. Por eso, hoy conocemos de cerca a algunos de los asociados que llevan varias décadas dedicándose a esta labor profesionalmente. Antonio Escandell lleva 30 años trabajando mano a mano con las abejas porque asegura que desde pequeño le llamaron la atención, «desde niño vi las colmenas de un vecino y me gustaron». Tenía entonces nueve años y explica que tuvo que esperar a hacerse mayor y tener su propio terreno, ya que la parcela de su familia era demasiado pequeña. Y es que uno de los requisitos para poder tener colmenas es que la casa más cercana esté al menos a 100 metros de distancia o, por ejemplo, que el camino más próximo esté a más de 25 metros.

Por su parte, José Antonio Cardona, que lleva siendo apicultor 23 años, sí tenía referentes familiares, pues antes de él su padre y su abuelo ya tenían abejas, por lo que continuó con la tradición. «Todo ha evolucionado desde entonces; las colmenas se han modernizado y la contexturación de la miel, que antes se hacía a mano, ahora se hace a máquina». Explica que antiguamente se exprimía a mano el panal y que ahora se emplea un extractor, con lo que se impide la rotura del panal y así puede reutilizarse.

Por otro lado, antes las colmenas se colocaban en troncos horizontales y las abejas no obtenían ninguna ayuda, a diferencia de hoy en día. «Ahora se le pone la cera porque les facilitas el trabajo, lo que al final supone un mayor rendimiento también para el apicultor». Cardona indica que el tiempo que antes empleaban las abejas elaborando la cera ahora pueden dedicarlo directamente a hacer la miel. «Se supone que en el tiempo que tardan en hacer un kilo de cera pueden realizar entre 8 o 10 kilos de miel», lo cual supone un ahorro de tiempo y un aumento de la producción.

Eivissa es una isla buena para ejercer la apicultura al haber diversidad de floración «en casi todas las épocas del año hay floraciones y eso favorece a la producción», explica Escandell. Sin embargo, se enfrenta al inconveniente acentuado de la sequía estival que la asola y que, frecuentemente, se alarga a otras estaciones lo que dificulta la floración. «Este año casi no ha llovido y por lo menos se necesitan 500 litros por metro cuadrado anuales para que vaya bien».

Cardona también señala esta bajada de producción y apunta a que no es únicamente por la falta de lluvia. «Ha habido bastante menos miel este año; hoy mismo estamos sacando miel y no hay, no sólo es la lluvia, el tiempo ha sido bueno y no han hecho miel, las abejas se mueren o desaparecen y vamos para atrás». Comenta además la amenaza de una abeja asiática que se alimenta de las mamíferas de la isla y que ya ha llegado a Mallorca, «la tenemos casi a las puertas». Al sumarse todos estos impedimentos a veces resulta imposible. De hecho, a la pasada edición del Concurs de Mels se presentaron el doble de socios que este año porque en 2015 la bajada de producción ha sido muy acentuada, según explicaron.


LA NOTA

«La polinización de las abejas aumenta hasta un 40% la producción de la agricultura»

Paul Falticska es un joven rumano de 22 años que lleva viviendo en la isla desde hace ocho y que se dedica a la apicultura desde los 13; igual que su padre, Emeric Falticska, que lleva 42 años en este sector y antes de venir lo ejercía en Rumanía. «La apicultura allí es muy diferente a la de Eivissa, igual que en la península, porque aquí no hay macro producción al no haber plantaciones tan grandes». Por eso, la miel se produce a pequeña escala pero también de una manera más natural al no haber ningún tipo de «manipulación de las cosechas». Ellos, además, elaboran colmenas empleando material reciclado, «por lo que son prácticamente ecológicas». La miel de Eivissa, mantiene esa naturalidad propia de los núcleos rurales, aunque también por ello es más cara.

Falticska indica, además, que «la polinización de las abejas aumenta hasta en un 40% la producción de la agricultura», por ello, son muchos los agricultores que les dejan poner colmenas en sus terrenos porque al final todos salen ganando.