Era capaz de hablar y escribir doce lenguas: hebreo, griego, latín, catalán, castellano, portugués, francés, italiano, alemán, inglés, japonés y guaraní. La facilidad del padre Antoni Guasch i Bufí para los idiomas era innegable pero también le ayudó la larga lista de países donde vivió.

Nació en 1879 en pleno corazón de Santa Eulària, en la casa de Can Ros del Puig de Missa, actual Museu Etnogràfic de las Pitiüses. Con 10 años, a la edad que otros niños jugaban en la calle, entró como interno en el Seminari Diocesà de Eivissa y con apenas 19 años ingresó en el noviciado de Gandía desde donde se trasladó a Zaragoza, Tortosa, Holanda y Roma.

En 1916, los jesuitas se fijaron en este políglota ibicenco para ser profesor de la universidad católica que fundaron en Tokio. Y lo hicieron por su profundo conocimiento tanto de las lenguas clásicas como las modernas. Permaneció en Japón 7 años y en este tiempo llegó a dominar el idioma de tal manera que llegó a escribir una gramática nipona que nunca se llegó a publicar.

Después de su etapa japonesa, el jesuita pasó por las islas Carolinas y Marianas donde aprendió dos de las lenguas indígenas y de ahí se trasladó a Brasil y Argentina antes de llegar a Paraguay. En este país el padre Guasch entró en contacto con el guaraní, una lengua que se hablaba en comunidades repartidas desde el Amazonas a las montañas andinas y que fue utilizada por misioneros y colonizadores para contactar con los pueblos indígenas. Según señala la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera, el religioso siguió la doctrina jesuítica de aprender la lengua del país donde se vive y se inició en el estudio del guaraní.

A partir de ese momento, dedicó todos sus esfuerzos a difundir el conocimiento de esta lengua y a defender su enseñanza en las escuelas desde la infancia para que los niños aprendieran a hablarla incluso antes que el castellano como única manera de garantizar la supervivencia de la lengua.

Aprovechando un viaje que hizo a España para conseguir la publicación de la gramática y el diccionario que escribió sobre el guaraní, Antoni Guasch visitó Eivissa por última vez en el año 1962 y tres años después murió en Sevilla.

El Ayuntamiento de Santa Eulària le dedicó la calle que va al Puig de Missa. En Vila, la calle que lleva su nombre discurre paralela a la avenida de Sant Josep. Una calle no muy transitada en pleno barrio de es Viver, casi tan poco conocida entre la mayoría de los ibicencos como la figura del padre Guasch.

Calle Pare Antoni Guasch

El guaraní: una lengua hablada por 8 millones de personas

Antoni Guasch es un personaje ilustre en Paraguay, donde el guaraní es la lengua oficial junto al castellano. El Centro de Estudios Paraguayos, que fue creado en su honor, recibe el nombre de este misionero ibicenco que llegó a ser miembro de la Academia del Guaraní, un idioma hablado por unos ocho millones de personas. Fue la primera lengua indígena americana en declararse oficial en 1992 y actualmente se habla en algunas regiones de países del cono sur como Bolivia, Argentina y Brasil.

En el año 1935, el padre Guasch empezó a dedicarse de forma intensiva al estudio de esta lengua a través de cuentos, canciones y tradiciones. Entre los años 40 y 50 se dedica a recopilar sus conocimientos en un centenar de cuadernos. Durante todo ese tiempo, el misionero se dedicó a anotar las palabras que escuchaba pronunciar a los paraguayos que le rodeaban hasta sumar un total de mil páginas. Fruto de ese estudio fue la gramática y el diccionario que todavía hoy son un referente para los estudiosos del idioma.