Durante la travesía la tripulación gozó de muy buenos y memorables momentos y de otros igual de memorables o más, pero no tan buenos, debidos a la mala mar y a averías.

Con vientos de fuerza 8 y 9 y olas de hasta 7 metros se encontraron los alumnos de la academia Stella Maris durante una parte de su aventura, unas 1.300 millas en las que, además, el timón de la embarcación se acabó rompiendo y por ello tuvieron que improvisar lo que en el mar se denomina timón de fortuna o caña de respeto y para otros sería un simple apaño.

Dicen que no hay aventura sin malos tragos, y en este sentido esta ha sido completa, pues las vicisitudes le supusieron a la tripulación tener que doblar las guardias, ya que el nuevo timón no podía ser controlado por uno solo, y descansar un poco menos de lo previsto. Tuvieron que manejarse además sin GPS, tan sólo con uno que funcionaba con pilas, pues una avería dejó sin electrónica a la embarcación.

Y pese a todo ello, los navegantes están muy contentos, mostraron una actitud inmejorable ya que no hubo quejas pese a las dificultades del viaje, al menos así lo relata el jefe de estudios de la academia náutica Stella Maris, Diego Pérez. Ayer por la mañana llegaron al puerto de Santo Domingo, en la República Dominicana, y decidieron finalizar así su aventura con varias conclusiones, entre ellas que «el barco no se había portado demasiado bien».

Así finaliza el sueño de estos marinos que comenzó al finalizar las Navidades y que ha contado con diversas etapas: Eivissa-Estrecho, Gibraltar-Canarias, Canarias-Cabo verde-Caribe.

La academia náutica Stella Maris presume ahora de haber sido pionera a nivel nacional en embarcarse en una aventura de estas caracterísiticas, de realizar una travesía atlántica con sus alumnos.