El curso escolar 1985-1986 comenzó la andadura de la Escola d’Adults Cepa Pitiüses. De eso hace ya 30 años y hoy en día cuenta con un millar de alumnos repartidos en sus centros de Eivissa (639), Santa Eulària (104), Formentera (56), un centenar que acude a los talleres y los del centro penitenciario. Sus 19 profesores y los siete monitores de talleres cuentan con alumnos de 50 nacionalidades diferentes. Un panorama muy diferente al que se encontraron hace 26 años dos de las profesoras más veteranas de la Escuela, Marian Méndez Bermúdez y Ángela Arranz Merino, que empezaron a trabajar en 1990 impartiendo cursos de alfabetización.

Estaban entonces en un centro en la calle Lleó de Eivissa, en el que había dos aulas en la planta de arriba y dos en la baja, una compartida con Portal Nou. «Teníamos que volver a colocar las sillitas en el aula», recuerda Ángela. Años después fueron ganando espacio y así hasta hoy. Este curso se han trasladado a la calle Castilla, al antiguo colegio de Sa Bodega.

También el perfil del alumnado ha ido variando estos treinta años en los que en los inicios predominaban las mujeres. «Hay mucha diferencia de alumnado. Al principio era gente ibicenca mayor, sobre todo mujeres, en los cursos más bajos y también andaluzas que nunca habían ido a la escuela», comenta Marian Méndez. «Había mujeres que empezaron a trabajar a los nueve años», añade Ángela. A algunas de aquellas alumnas no se lo pusieron nada fácil para que aprendieran y tuvieron que superar muchas barreras. «Aquí vienen porque quieren. Tienes que ponerle mucho entusiasmo para que ellos se sientan queridos. Un adulto, que viene a aprender a leer y escribir, va con vergüenza», dice Marian. A esto se suma que «tienen la autoestima muy baja, en su casa no las valoran, sobre todo las mujeres; les dicen para qué vas a ir a la escuela, si no sabes hacer nada, se han encontrado con cortapisas». Ahora, en cambio, predomina la población procedente del Magreb para los cursos de alfabetización. Entre docentes y alumnos se crea un vínculo que permanece a lo largo del tiempo. «Son una parte esencial de mi vida», relata Luisa Cardeña, una de las antiguas alumnas de la Escuela que tras su formación obtuvo un trabajo en el Museu d’Art Contemporani d’Eivissa.

«Lo bonito es cuando te encuentras a antiguos alumnos de la Escuela por la calle y les preguntas. Se muestran siempre muy agradecidos porque han podido acceder a un trabajo mucho mejor del que tenían o que incluso ni tenían», comenta Ángela.

Ninguna de ellas se ha planteado la posibilidad de volver a impartir clases a niños. «La verdad es que no. Igual es que nos encontramos muy bien», dice Ángela. «Cada año es diferente, cambian mucho los grupos y se nos han pasado más de 20 años sin darnos cuenta», añade Marian.

La profesora Helena Alvarado también conserva muy buenos recuerdos de su paso por la Escola desde 2000 a 2010, años en los que se encargó de la preparación de secundaria y en la que llegó incluso a elaborar con sus alumnos la revista Es Volantí. «Tuve una relación muy buena con los alumnos. Tenían la conciencia de aprender. A pesar de que el nivel era bajo se intentó elevarlo. Era muy cañera en las aulas pero aprobaba bastante porque facilitaba las cosas y los alumnos siempre respondían», dijo. De hecho, a algunos de ellos se los encontró después en su etapa en la Universitat de les Illes Balears, como Luis Ávila, que ha hecho cine, o aquella alumna que «vendía castañas», no hablaba catalán y después se puso a escribir. «Como profesora siempre compensa, porque he sido muy vocacional», relata Helena Alvarado.

Este 30 aniversario de la puesta en marcha del centro, que coincide con la celebración anual en el marco de las Jornadas Culturales, cuenta con la novedad del traslado, pero no todas sus instalaciones han mejorado ya que la de Santa Eulària «sigue con muchas carencias», apunta Méndez, profesora de ese centro. «Las instalaciones no son muy cómodas», apunta Ángela. La Escuela de Adultos comprende los centros de Eivissa, Formentera y Santa Eulària.

Una semana para recordar con actividades como talleres y excursiones. El viernes pasado culminó con una fiesta de clausura de las jornadas en el salón de actos en la que uno de los profesores realizó un mural conmemorativo y participaron antiguos alumnos, como Luisa Cardeña que volvió de nuevo a su escuela.