Eivissa conmemora este año el 50 aniversario de su institución académica más representativa y prestigiosa: la Escuela de Turismo de Eivissa. Considerada un centro de referencia tanto a nivel nacional como internacional, la Escuela se prepara para celebrar con honores una onomástica que recuerda la trascendencia que ha tenido para el desarrollo y la profesionalización del sector en la isla. «La Escuela de Turismo de Eivissa constituye una de las iniciativas más importantes que surgieron en el campo de la economía y la cultura pitiusas». Con estas palabras reconocía el pasado mes de febrero el Govern balear la trayectoria de la Escola durante la entrega honorífica del premio Ramon Llull.

La rama turística, el principal motor de la economía pitiusa, le debe buena parte de sus éxitos actuales a la academia que impulsaron a mediados de los 60 los hermanos Ernesto y Enrique Ramon Fajarnés. Hasta entonces, la ausencia de centros de formación turística en Eivissa era total. Como explicaba el propio Ernesto en un vídeo dedicado a la institución en 2012, el ‘boom’ turístico experimentado durante aquella década –con la inauguración de «18 o 20 hoteles» cada año– hacía indispensable impulsar un centro de formación, «porque la mayoría de directores eran forasteros», apuntaba el exdirector del hotel Hacienda.

«Durante muchos años funcionó como una cooperativa», recuerda Lina Sansano, quien estudió en la extinta escuela de turismo situada en la sede de las monjas de San Vicente Paúl, frente al monumento de los corsarios del puerto de Eivissa. La exregidora de Cultura de Vila y técnico del Consell atribuye la irrupción de la escuela de turismo a la visión de «los cuatro empresarios y políticos avispados de la época», quienes «se unieron y se dieron cuenta de que había que prepararse y formar a la gente porque vieron que el turismo podría funcionar bien». «Ese mismo grupo –los hermanos Ramon Fajarnés, Antoni Cardona y Mariano Llobet– inició la moda Adlib», puntualiza Sansano.

Ernesto Ramon daba recientemente su propia versión de aquellos inicios: «Mi hermano Enrique, el desaparecido Antoni Cardona y yo mismo fuimos los pioneros, si se me permite la expresión, de esta iniciativa. No obstante, esta experiencia tal vez no habría sido posible sin la decisiva intervención de Felipe Moreno Rodríguez, que en 1964 había fundado la Escuela de Turismo de Baleares y, acto seguido, realizó numerosos esfuerzos hasta implantar sendas extensiones en Eivissa y Menorca».

Profesionalización

Pero Don Ernesto era consciente ya en los 70 de que para que la escuela funcionase bien «debía ser oficial». No lo consiguió hasta el año 1980, cuando el presidente del recién inaugurado Consell d’Eivissa y Formentera, Cosme Vidal Juan, decidió asumir las deudas del centro y financiar su funcionamiento, asumiendo la titularidad del mismo el 11 de febrero. Así, la Escuela de Turismo del Consell Insular pasó a ser reconocida como centro no oficial de enseñanzas turísticas a través del Real Decreto 860/1980. También pasó a depender de la única escuela oficial de turismo que existía en España, la Escuela Oficial de Turismo de Madrid, quedando relegada su conexión con el Estudio General Lul·Liá de Palma.

En 1981, el centro se mudó al instituto Isidor Macabich, donde permaneció hasta que el Consell construyó el edificio polivalente de Cas Serres. El primer director de esta nueva etapa de la institución académica fue Miguel Juan Costa. Como narran exalumnos del centro en un detallado informe, durante este periodo quienes asistían a la escuela eran, en su gran mayoría, profesionales del sector turístico que necesitaban el título de Técnico de Empresas Turísticas para escalar en el organigrama de los establecimientos hoteleros.

Vivencias

Teresa Campillo asistió en primera persona a aquella evolución, primero como alumna y luego como administradora de la escuela. «Al principio éramos 10 o 12 personas relacionadas con el turismo, coetáneos, y formábamos más una pandilla que una academia con alumnos y profesores», recuerda Campillo con cierto anhelo de la gran cantidad de actividades que emprendían juntos. «Estoy muy orgullosa de aquella etapa. Éramos grupos reducidos y hacíamos muchas cosas juntos: rutas de vino, gymkanas, fiestas de Carnaval, viajes por la geografía nacional e internacional, las primeras ferias de Fitur...», enumera la representante de Fomento de Turismo, quien evoca «con pena, pero con un recuerdo entrañable» los constantes cambios de sede de la escuela: primero en un piso junto a la iglesia de Sant Elm, más tarde en la sede de las monjas que apuntaba Sansano, después en un piso de la calle Aragón, luego en Blancadona y más tarde en el edificio de Cas Serres hasta su actual (y polémica) ubicación en el edificio de la calle Bes.

Una de las imágenes que guarda con especial cariño es del congreso organizado en Eivissa de escuelas de turismo de toda la geografía nacional: «Para los que vinieron de la península vernos vestidos con moda Adlib fue algo extraordinario».

A lo largo de los años 90 es cuando se produce la auténtica profesionalización de la Escuela de Turismo, bajo la dirección del economista Tomás Méndez.

Aquella austera academia instalada en un piso de la plaza de Sant Elm pasó a convertirse en un importante centro en el que cada año cursaban estudios alrededor de 300 profesionales. La escuela ya disponía de una plantilla de 30 profesores.

En 1996 se incorporaron estos estudios al Ministerio de Educación, un avance fundamental dado que la Escuela de Turismo de Eivissa se convirtió en una academia universitaria que impartía una diplomatura adscrita desde entonces a la Universitat de les Isles Balears (UIB). Este proceso de adaptación culminó en el año 2000, cuando pasó a denominarse de forma oficial ‘Escola Universitària de Turisme del Consell Insular d’Eivissa i Formentera’.

Actualmente la escuela cuenta con más de 200 alumnos y según indicó el Govern balear durante la entrega del premio Ramon Llull, «ofrece la preparación más adecuada a los profesionales de la industria turística y es un referente importante de la formación técnica en materia turística en las Illes Balears y en el ámbito internacional».

El presidente del Consell d’Eivissa y conseller de Turisme, Vicent Torres, dijo durante la última entrega de diplomas a los títulos que el objetivo de la academia es que «el mundo turístico se pueda beneficiar de vuestros conocimientos, los cuales repercutirán en elevar el nivel de prestigio y calidad del primer motor económico de nuestras islas».

La academia celebrará este año –en fecha aún por determinar– sus bodas de oro con una serie de actos que guardan con celo sus responsables. La subdirectora y secretaria académica del centro, Yolanda Ortiz, aseguró recientemente que el premio Ramon Llull «es una inyección de motivación y satisfacción que nos hace seguir caminando» y destacó que «el 89%» de los alumnos que pasan por la escuela encuentra trabajo. Avales más que suficientes como para depositar toda la confianza en esta prestigiosa Escuela de Turismo.