La pintoresca estampa del Rafael Verdera nos remite a la época de esplendor de la marina balear. | Gabriel Alomar

El Rafael Verdera, el barco más antiguo abanderado en España, cumple en Palma su 175 aniversario de vida en la mar. Todo un aniversario para la historia de la navegación a vela, que cumple gracias al amor que le ha dedicado su armador, Mikel Arizmendi, junto a su esposa Nuria, desde que adquirió el barco en 1985. A bordo han crecido también sus hijos, Sara e Iñaki, que siguen los pasos de sus progenitores en la educación náutica y con quienes comparten el que ha sido siempre su único hogar: Un pailebote de 1841, que evoca a toda vela los tiempos de la marina romántica.

«El Rafael Verdera es nuestra casa pero también nuestro trabajo, hacemos excursiones de un día , de fines de semana y en verano realizamos viajes de avistamientos de ballenas en el Golfo de León, que duran dos semanas. Si encontramos mala mar recalamos en puertos del Sur de Francia, como Colliure o las islas Hyeres. Mis hijos también dominan prácticas circenses y realizan números acrobáticos en el aparejo», indica Mikel, mientras nos enseña el buen estado del barco, sujeto a un permanente mantenimiento. El resultado es objeto de admiración entre los que han vivido la experiencia de navegar en él. La madera de iroko ha sustituido progresivamente a la de pino y todo a bordo luce impecable. No en vano, el Verdera es el último superviviente en Mallorca de una estirpe de embarcaciones construidas en las islas, que fueron el orgullo de nuestros mestres d`aixa. Se trata de una pieza de museo viviente y todo un icono para los amantes de la vela tradicional, que navegó primero con latinas y ahora con un aparejo de cangrejas.

Con el nombre de Veloz, inició sus singladuras en Eivissa en pleno siglo XIX para cubrir el trafico de mercancías entre las Balears y la Península, con viajes intercalados al Sur de Francia, Italia y Argel . En 1932 obtuvo su nombre actual, que debe al armador ibicenco que lo adquirió por entonces. Más tarde, durante la posguerra adoptó el sobrenombre familiar de ‘Sa balandreta’ y en 1972 pasó a la Sociedad Marítima Formenterense. En 1985, tras quedar amarrado en la capital pitiusa, empezó el actual capítulo de su larga vida marinera. Con la compra por parte de la familia Arizmendi se evitó su desaparición, como la que sufrieron otros buques históricos baleares. En 1992 portó la llama olímpica a Barcelona y participó en sucesivas ediciones de La ruta de la sal, así como en la regata Trofeo Almirante Conde de Barcelona.